17 November 2009

Castillos... ¿de naipes?


Paseando por una librería no virtual el otro día encontré un libro que prometía ser interesante: "Castillos del Alto Aragón, Sobrarbe y Ribagorza". Una recopilación de castillos de nuestras queridas tierras norteñas (aunque la gente de la cornisa cantábrica insista en el monopolio del término). Siempre despierta interés todo lo relacionado con el Sobrarbe cuando se está lejos de él.

Había pasado por alto, sin darme cuenta, algo que me empezó a inquietar. El título completo del libro era: "Navarra. Castillos que defendieron al reino. Tomo II: Los castillos de Sancho III el Mayor en Alto Aragón, Sobrarbe y Ribagorza".

Uf, no empezamos demasiado bien. El protagonismo de los castillos ha pasado a último lugar; aparecen ciertos matices importantes: "Navarra", "reino" y "castillos de Sancho III". También noto algo extraño: alguien de la zona habría dicho "del Alto Aragón, el Sobrarbe y la Ribagorza". Matices sin importancia.

Hay que darle una oportunidad, pensé. Miremos la contraportada, a ver qué nos cuenta:
El monarca Sancho Garcés III, el Mayor, unió bajo el reino pamplonés a todos los territorios vascones. Consiguió logros políticos y culturales de gran importancia, aun cuando las interpretaciones interesadas en minimizar o en tergiversar políticamente el papel de los monarcas pirenaicos sigue siendo moneda corriente.

En este segundo tomo veremos una compleja red de fortalezas, que tuvieron el Pirineo a la espalda y a las tropas musulmanas en frente, de cuya consistencia dependía la supervivencia del Reino y la de sus pobladores. Sociedad que a la luz del Pirineo convivió durante varios siglos compartiendo lenguas, cultura, usos y costumbres; ingredientes del Derecho Pirenaico con el que se regía.

Las imágenes del Alto Aragón, del Sobrarbe y la Ribagorza, son muy hermosas, paisajes que forman parte de una historia política común, que el tiempo hizo discurrir por caminos diferentes, pero que quedó reflejada en la Crónica de San Juan de la Peña:

«Porque aquí solamente de los reyes de Aragón y de Navarra entendemos tractar, porque muytos tiempos fueron unos, segunt veredes».

La lectura de la contraportada es algo ambigua. De acuerdo, una visión parcial con olor a reivindicación política en el primer párrafo de un libro sobre castillos no parece la mejor forma de invitar a leerlo, pero tampoco es para tanto, ¿no?. También atufa un poco a "el Pirineo fue nuestro". Pero intentemos no sacar punta a cada cosa que leemos. Al menos han puesto una frase de la época. Y aparece Aragón. Algo es algo.

Consultemos el primer tomo, seguro que ahí encontramos alguna aclaración: "Navarra: Castillos que defendieron el reino. Tomo I: De Laguardia a Foix y del Moncayo al Goierri".

Vaya, qué cosas. ¿Qué criterio territorial se ha seguido para esa delimitación? ¿Geográfico Norte-Sur, Este-Oeste? No lo parece. Examinémoslo más a fondo: se menciona Álava/La Rioja, Francia, Soria/Zaragoza y Guipúzcoa... ¿Han estado alguna vez unidos todos esos territorios de manera simultánea? Una investigación rápida dice un NO contundente. Los territorios se anexionaban y se separaban dependiendo más de la ambición y de braguetazos que de ningún sentimiento ni conciencia. Algunos duraron unos decenios o menos, otros estuvieron separados por centenares de años, pero jamás hubo un Reino de Navarra donde Laguardia, Foix, el Moncayo (curiosa novedad meter montañas en los territorios) y el Goierri compartieran nada simultáneamente. No hablemos ya del Sobrarbe y la Ribagorza. Nuevamente apesta a "uno, grande y libre".

Respecto a los condados del Sobrarbe y la Ribagorza me sonaba que fueron bastante independientes de los reyes, que se apuntaban esas "conquistas" para aparentar más que otra cosa. Los condes eran quienes cortaban el bacalao. Por algo tanto Sancho Garcés III como Ramiro I (y otros) no eran reyes a secas, sino que mantenían el título de Conde de Sobrarbe y Ribagorza. Eso era precisamente lo que les daba la autoridad y no otra cosa.

Y, desde luego, recordaba que si a algún sitio ha de estar asociada la imagen del Sobrarbe y la Ribagorza es a Aragón y no a Navarra, ya que fué la unión de éstos con el Condado de Aragón, la que dió origen a un nuevo Reino.

¿Qué tienen que ver con el Reino de Navarra? No lograba recordarlo, así que una consulta rápida me reporta los siguientes hechos:
  • Sancho Garcés III nace en el 990 aproximadamente. Es rey de Pamplona (que no Navarra) desde 1004 y conde de Sobrarbe y Ribagorza desde 1018. Muere en 1035.
  • A pesar de su voluntad, sus hijos no continúan con el reino de Pamplona (que no Navarra todavía) sino que se lo reparten. Ramiro se queda con el Condado de Aragón al que luego anexiona Sobrarbe y Ribagorza. De ahí surge el Reino de Aragón, la Corona de Aragón y hasta nuestros días.
Resultado: Sobarbe y Ribagorza, antes condados independientes, "estuvieron anexionados" al Reino de Pamplona durante menos de 20 años. A partir de 1035 Sobrarbe y Ribagorza aparecen íntimamente ligados con Aragón. Nótese que el "anexionar" sólo implica que, por primera vez alguien no fué únicamente Conde de Sobrarbe y/o Ribagorza, sino que además era Rey de Pamplona.

Me preguntaba si fue durante esos 20 años cuando se construyeron todos los castillos de la zona con el propośito de defender al (inexistente todavía) Reino de Navarra y lo navarros que se sentían los habitantes de dichos territorios.

Poco a poco me fui temiendo lo peor. Un libro de castillos que apesta a nacionalismo, que ignora la historia y se apropia de lo que interesa. Pero no podía ser. Los historiadores parecen gente seria, sensata. O deberían.

Decidí mirar la contraportada de este primer tomo:
Navarra, uno de los Países más antiguos de Europa, fue independiente durante siglos. En 1512-1530 la corona de Castilla y en 1620 la de Francia, culminaron los acosos y paulatinas ocupaciones y sometieron sus instituciones políticas y jurídicas.
Hoy, a pesar de vivir separados entre dos Estados, sin más elección que la de aceptar la «realidad» impuesta, la conciencia de independencia sigue viva en la sociedad navarra.
Los castillos recogidos en los dos tomos son testimonio de nuestra memoria y corolario de lo que han pretendido que seamos: una ciudadanía en ruina, sin memoria, que dé por bueno lo ocurrido y que, si es necesario, asuma el autoodio, borre toda seña de identidad y olvide su propia cultura. Por ello, este hermoso libro va a sorprender y emocionar a mucha gente, porque el minucioso trabajo de Iñaki Sagredo recupera memoria y conciencia, volando con nuestros ojos por una geografía rescatada desde la voluntad y en sintonía con la de quienes nos precedieron en la defensa y mantenimiento de nuestro País: el Estado europeo de Navarra.

El texto es realmente magistral, pues logra reunir los elementos fundamentales del nacionalismo en pocos párrafos:
  • Anacronía: "Navarra... uno de los Países". No sé hasta qué punto tiene sentido hablar de país antes del siglo X. Nótese además que "países", siendo nombre común y encima plural, aparece con mayúscula.
  • Ambigüedad y arbitrariedad: ¿Cuáles serían las fronteras de ese hipotético "Estado Europeo de Navarra" (sic)? ¿Las actuales? ¿Las del antiguo reino en su máxima extensión? ¿Todos los territorios que alguna vez tuvieron algo que ver con el Reino de Pamplona? ¿Qué relación tiene Navarra con España? ¿Y con Euskal Herria?
  • Búsqueda de enemigos externos: "Castilla... Francia...". Nótese aquí que el autor, además, es muy hábil. Evita mojarse. No se atreve a nombrar a los únicos potenciales "enemigos" actuales a los que, en el fondo,  quiere referirse en la contraportada y que pueden borrar el protagonismo nacionalista a Navarra: España y Euskal Herria, muy especialmente el segundo. Meterse con Castilla y Francia cinco siglos después es buscar complicidades facilonas.
  • Victimismo: "aceptar la realidad impuesta... lo que han pretendido que seamos ... ruina, autoodio..."
  • Exaltación de los sentimientos: "va a sorprender y emocionar... defensa y mantenimiento de nuestro País... Estado Europeo de Navarra" 
  • Salvación: "este libro... recupera memoria y conciencia"

Mis dudas acerca de la sensatez y seriedad del autor se disiparon bastante rápido pero aun así decidí echar un vistazo a este vídeo del autor, donde deja más que claro el propósito del libro:

"Lo importante del libro en sí no son solamente los castillos y las características de los castillos que puede resultar a cualquier persona... a montañeros, técnicos y tal (sic), sino es un poco el sentimiento (?), ¿no?..."
"Los vascos, hay gran parte de vascos y todos los vascos (sic)... Bueno, en general, todos tenemos esa impronta, ese sentimiento de navarros.."


"...decir que la marca fronteriza es una marca fronteriza política..."


"...el resumen de este tipo de publicación es que los castillos no entienden de fronteras (?)... y defendían una línea cultural y una línea poética antigua (??), pero que tiene más sentido que la que tiene actualmente..."


"...hay un grado de reconocer lo que fuimos, lo que somos y lo que tenemos que ser..."


"...y esto, bueno, va dirigido a todos los vascos, todo navarros (sic) porque somos iguales, al fin y al cabo no creo que haya diferencias..."


"...queremos demostrar con estos libros una manera de acercarnos"

Y yo que creía que era un libro sobre castillos del Alto Aragón, el Sobrarbe y la Ribagorza dirigido a la gente a la que le interesan los castillos. Seré ingenuo. De verdad, qué pena. Lo que podría haber sido un trabajo de divulgación magnífico, tras todo el esfuerzo hecho en las fotografías y demás, convertido en otra apestosa reivindicación política nacionalista. De quién sea esta vez es lo de menos. ¿Tan difícil es escribir un libro de castillos que trate sobre castillos?

Aprovecho el tema para recomendar a quien quiera leer historia de verdad, esto es, sin opiniones, nacionalismos y desde un punto de vista realista y sin añadiduras políticas, el libro "Historia contada de Aragón" de José Luis Corral. Y no sólo porque sea de Aragón. Sino porque es de historia.

1 comment:

Joe said...

Sin duda, resultaba sospechoso, y ya, si nos ponemos a mirar hacia Catalunya, la cosa es ya más deprimente. Pero claro... En Aragón, aparte de tener políticos ineptos, somos pocos votos...