La sociedad nos vende dos ideas irreconciliables: por un lado, que cuanto más aprendamos, trabajemos, y nos esforcemos, más lejos llegaremos. Por otro, que en el fondo da igual lo que hagamos: la sociedad no es justa y siempre estaremos discriminados por una razón: sexo, edad, raza, cultura, religión, clase social, etc.
Así, nos hemos convertido en una sociedad donde el victimismo renta muchísimo más que el esfuerzo y el trabajo. Basta elegir una variable para sentirse discriminado: soy árabe en un país cristiano, soy mujer en un país machista, soy gay en un país heterosexual, soy vegano en un país omnívoro, no hablo la lengua, soy extranjero... y luego buscar qué tipo de ayudas o ventajas existen para mi situación particular.
Una parodia de esta situación puede verse en este
genial episodio de "Modern Family" (minuto 11:30). La pareja gay protagonista acaba de adoptar a una niña asiática y están haciendo una entrevista para ver si la aceptan en un buen colegio donde hay una demanda altísima. Están tranquilos porque juegan con esa baza: son gays, han adoptado, y la niña es asiática. Nada puede fallar. Pero, de repente, las siguientes entrevistadas son una pareja de lesbianas, una de ellas en silla de ruedas, y con un niño negro en brazos. ¡Ya no tienen nada que hacer!
El victimismo se ha convertido en una maquinaria económica y rentabilizarlo en un trabajo full-time, en una ingeniería en sí misma. ¿Existirá un día en el que tendremos que rellenar una tabla con nuestros datos y se nos pagará una "compensación por victimismo"?
- "Hola, soy Lola Varga, 55 años, homosexual, intolerante al gluten, y tuve un antepasado judío que fue expulsado por los Reyes Católicos en 1492."
- "A ver, espere un momento, que le calculo los complementos. Machismo: sí; homofobia: sí; alimentación: sí; xenofobia: sí. Serían 550€/mes y la podríamos meter quinta en la bolsa de empleo. Le recomiendo que se corte el pelo y se haga un tatuaje: ahí podríamos rascar otros 50€ por sexismo con agravante y quedaría primera en la bolsa de empleo. ¿Qué me dice?".
Nadie niega que exista discriminación por diferentes factores, que la hay, pero no todos los males del mundo se deben a eso, y no es así como se cambian las cosas. Además, el discurso que suele hacerse es totalmente falaz e ignora lo obvio (los datos), para centrarse en lo sentimental y populista.
Quizá el caso más sangrante actual en nuestras sociedades sea el de la discriminación por razón de sexo. Discurso típico: "Hay que introducir cuotas de discriminación positiva: las mujeres en están discriminadas en el mundo científico/ingenieril/universitario en tecnologías de la información porque la gran mayoría de los puestos de dirección son hombres". Basta consultar los datos o recordar nuestra época de estudiantes para ver que el número de mujeres estudiantes de estas carreras rondaba quizá el 10% o menos hace 20 años. Carreras de libre acceso y cuya única "discriminación" para entrar era la nota, donde normalmente las notas de las chicas eran más altas y podían elegir carrera con más facilidad. Curioso.
Pero vemos titulares como "Sólo un 15% en puestos de responsabilidad en ingeniería son mujeres" y esta cifra nos escandaliza y suenan todas las alarmas de discriminación en los medios.
Pregunta de primaria: simplificando y asumiendo que un puesto de dirección requiere (1) una carrera técnica de este tipo, y (2) 20 años de experiencia: ¿qué proporción de mujeres se esperaría hoy en puestos de dirección si hace 20 años un 10% de mujeres estudiaron esa carrera técnica? Respuesta: un 10%. Un titular más correcto que "sólo un 15%", pero que nunca leeremos sería:"Mujeres en puestos de dirección en ingeniería: un 50% más de lo esperado".
Si no ocurre lo que se espera, basándose siempre en datos, debe estudiarse el por qué. Por ejemplo, si hay menos mujeres de las esperadas, a lo mejor resulta que muchas cambiaron de sector porque no les gustaba, o porque no estaban dispuestas a estar encerradas en un cubículo programando durante 10 años antes de llegar a ese tipo de puestos. O, por el contrario, si hay más mujeres de las esperadas (cosa que a nadie importar), ¿de qué carreras/sectores vienen y por qué están ahí? ¿No está para eso el Instituto Nacional de Estadística, en vez de las asociaciones feministas?
Pero no es esto lo que se hace. Se ignoran todos los datos, el discurso racional, y se buscan respuestas fáciles y emocionales para arrimar el ascua a la sardina porque se sabe que el victimismo funciona.
Así, hemos asumido como normal que existan aberraciones como plazas de postdoc sólo para mujeres, becas de proyectos sólo para mujeres, gastos de viaje sólo para mujeres, y ¡hasta reconversión de plazas de profesorado inestables a funcionario sólo por ser mujeres con una justificación asociada de "discriminación histórica" (visto en la Universidad de Viena)! No hablemos ya de "Observatorio de la mujer", "Ministerio de la Mujer y las personas vulnerables", "Sección de la mujer" en universidades, y demás.
La gente no ve los grandes peligros de la "discriminación positiva", es decir, de otorgar algo a alguien sólo (o mayormente) por su condición de que él o sus antepasados son o fueron "X". En otros tiempos a lo mismo se le llamaba privilegios, nobleza, fueros.
El problema es que cuando alguien realmente "compra esa idea" de la discriminación y obtiene un beneficio basado en ella, la ve en todas partes de manera abstracta y general. Todo lo bueno es mérito mío, todo lo malo se debe a la discriminación contra mí aunque eso no sea ni remotamente cierto. Cualquier anécdota o situación particular se convierte en una generalización. Y siempre se quiere más y más haciendo menos y menos.
Ejemplo 1: una conocida mía, que estudió una carrera técnica y trabaja en una ingeniería, siempre está amargada por el machismo reinante en su empresa, según ella. Cosas como que en su tarjeta de visita ponga "ingeniero" en vez de "ingeniera" son la prueba de ello (curioso, en la mía pone "analista" y ni siquiera me había parado a pensar en ello). Eso sí, en más de diez años no ha probado a pedir un aumento, cambiar de sección, por no hablar de buscar otro trabajo, irse a otra ciudad o emigrar. Tampoco le preocupa mucho que sus compañeros varones estén igual de quemados que ella o más.
Ejemplo 2: amiga que es el caso contrario. También estudió una carrera técnica, trabajó unos 3 años de programadora y se cansó. Se movió mucho, emigró, y logró un buen puesto de manager, escalando muy rápidamente en la empresa. Con menos 3 años de experiencia real, veintipico años de edad y sin experiencia previa en gestión, ya estaba dirigiendo equipos y ganado mucho más que compañeros con titulación similar y 10 años más de experiencia que ella. Al final lo dejó porque era mucho trabajo y mucha presión. Ella, que logró lo que casi ningún hombre de su empresa había logrado con más titulación, más experiencia, y años de duro trabajo en la misma empresa, también vio en su empresa una grandísima discriminación hacia las mujeres y sigue con ese discurso.
Ejemplo 3: caso espeluznante de rentabilización del victimismo. Como he comentado, el número de mujeres en ingeniería es muy bajo, y en algunos centros semi-públicos existen una serie de cuotas y políticas respecto a las mujeres. A mi amiga, muy espabilada, también gran activista antidiscriminación y con sus quejas constantes, de repente se le abrieron los ojos. Estos centros tienen verdaderos problemas para alcanzar esas cuotas (aunque no lo dicen públicamente) y rápidamente descubrió que el hecho de ser mujer es claramente una ventaja. A sabiendas, decidió rentabilizarlo: se puso en plan rebelde y empezó a pedir la mejora de sus condiciones o amenazaba con marcharse. En apenas un año, una persona contratada para un perfil 100% técnico ha conseguido, simultáneamente, ser ascendida a jefa de sección y una reducción de jornada a 30 horas (curiosa paradoja). En confianza, farda de ello, y nos cuenta que lo único a lo que ella le importa es pasar más tiempo con su perro, dedicar tiempo a sus hobbies y trabajar lo menos posible, y ella sólo se está aprovechando de una situación que "es así" y de la que "no tiene ninguna culpa". Antes pasaba largas horas en el laboratorio, discutía con proveedores, y ahora se dedica a responder e-mails de subordinados y viajar. Y lo mejor de todo: acusa a sus ex-compañeros (muchos de los cuales llevan casi una década allí) de ser "extremadamente ambiciosos y querer ascender". Por supuesto, para perpetuar y proteger su situación, necesita seguir divulgando el discurso de la discriminación sexual, cuanto más agresivo mejor.
Ésa es la situación que estamos creando: ejércitos de jóvenes que salen de una universidad normalita, con muy pocos años de experiencia y, si no son puestos directamente en un puesto de responsabilidad (eufemismo para: buenas condiciones económicas, gente al cargo que haga el trabajo técnico/desgradable/duro y, preferiblemente muchos viajes a sitios exóticos), buscan alguna excusa victimista. Las mujeres ya han encontrado e institucionalizado la suya: la discriminación.
La verdad es que, por la razón que sea, nuestro sector en particular nunca ha resultado particularmente atractivo para las mujeres. En clase, con compañeros de trabajo después, no conocemos apenas a ninguna que cacharreara con hardware de adolescente, que soñara con intalar una nueva distribución de linux, o programara por afición. Muchas cambiaron de carrera. Curioso que en aquella época no se hablaba mucho de discriminación: simplemente de carreras y sectores más o menos atractivos para unos y otros.
Dos décadas después, toda mujer poseyendo un móvil y un portátil desde la adolescencia, y con la infinidad de recursos existentes (Internet, precios ridículos de hardware y acceso a la información, todo tipo de cursos online de las mejores universidades del mundo, grupos de gente con la misma afición, etc...), la cosa ha mejorado algo, pero en esencia no ha cambiado mucho. Es decir, más facilidades y medios no puede haber, pero ahora resulta que hay un nuevo impedimento para alcanzar la excelencia (palabra que no me gusta pero no encuentro otra mejor) en el campo: la discriminación. La excelencia sólo se consigue con curiosidad y ganas propias, estudiando, trabajando, y manteniéndote en tu campo el tiempo suficiente para tener suerte, si la hay.
Es curioso porque los más tolerantes, guays, y luchadores por la igualdad son los primeros que ven negros, mujeres, y homosexuales y potenciales discriminaciones, en vez de personas. Y los primeros que ayudan a institucionalizar el etiquetado de las personas y ver potenciales discriminaciones muchas veces inexistentes, en vez de enfrentarse y luchar por las situaciones reales.
¿Hasta cuándo se va a insistir en el tema de la discriminación y victimización en éste y otros campos como última excusa para justificar lo injustificable?
Para mí, la verdadera discriminación es la falta de igualdad de oportunidades y esto está casi siempre asociado a una única cosa: la pobreza y la falta de acceso. Por aquí una institución supuestamente respetable destina dinero público para que las investigadoras puedan hacer estancias de investigación sólo por la condición de ser mujeres, justificando no se qué pamplinas históricas de discriminación.
El día que vi cómo una amiga con coche propio y asistenta en casa accedió a esas "ayudas", mientras cientos de compañeros tienen que pagar de su bolsillo cosas como un taxi para ir al aeropuerto a una conferencia de madrugada porque el centro "sólo se cubre el autobús, tranvía o metro", se me revolvieron las tripas.
Desde que la conocí, nunca dudé de que está donde está por mérito propio y ella también criticaba duramente la discriminación positiva: es claramente competencia desleal. Su pareja todavía más: se le hinchaba la vena con la injusticia. Pero unos pocos años en el sitio adecuado y algunos privilegios ayudan a cambiar de opinión.
En concreto, después de disfrutar de la "ayuda de investigación" y pegarse un buen viaje los dos juntos con todos los gastos pagados en su coche propio, empezaron a tener que racionalizarlo. También tenían que ester preparados para racionalizar que si sale alguna plaza de profesor(a), ella tiene muchas más posibilidades que cualquiera de los chicos, como ya ha sucedido en varias ocasiones. La ley existente donde "a igualdad de curriculum, el trabajo será para la mujer" es ampliamente interpretable.
Ambos han comprobado (y sufrido) cómo la ingeniería del victimismo renta mucho más que un doctorado en una carrera técnica y duro trabajo. Así que, sinceramente, no les culpo.
Saludos.