29 October 2008

El nuevo principio de Peter


El nuevo principio de Peter

Acabo de leer un interesantísimo artículo titulado "El nuevo Principio de Peter", que desmiente y modifica el archiconocido "Principio de Peter".

Pone muy en duda que, en general, los altos cargos hayan sido personas muy competentes en sus cargos anteriores que simplemente han ascendido hasta un puesto que les queda "demasiado grande":

La naturaleza humana nos empuja al ascenso, pero también a ser felices y estar a gusto con el puesto que desempeñamos, por ello un humano competente es reacio a aceptar un puesto para el que es incompetente, sin embargo una persona incompetente intentará ascender a toda costa.

Como digo, un artículo interesante que hará levantar una sonrisa cómplice a más de uno.

Todos conocemos a personas que se han mantenido en puestos medios teniendo la posibilidad (incluso la semiobligación) de ascender. Suelen ser personas humildes, honestas, íntegras y buenos profesionales. Conocen sus capacidades, su trabajo y el de los demás. Lo valoran y lo respetan. Precisamente por eso no aceptan anteponer beneficios económicos personales arriesgándose a dejar de hacer algo en lo que son compententes, cuando además puede ir en perjuicio de los demás.

Las cualidades de las personas que han pasado a dirigir (gobiernos, ayuntamientos, empresas, departamentos...) muy rápido, ya no sólo sin la formación necesaria sino siquiera sin la más mínima noción de la realidad del sector, de sus compañeros y sus gentes, etc... son otras muy diferentes que no es preciso matizar.

Altos cargos, responsabilidad y capacidad

Lejos quedan los románticos tiempos en que el capitán era el último en abandonar el barco o el teniente el que velaba por la salud de todos sus soldados, asumiendo la responsabilidad y siendo consecuente con su puesto. Gente que había ascendido por puro mérito, curtida en batallas -reales y no imaginarias como las actuales-, resabida y moldeada por su propia experiencia. Gente que de verdad conocía y quería a su tropa, ganándose su respeto, no imponiéndolo. Eran diablos por ser viejos y no por diablos.

Es curioso como muchos altos cargos actuales son precisamente lo contrario. Diablos por ser diablos. Y de viejos, nada. Personas que desconocen su entorno y viven en un mundo de creación propia, justificando lo injustificable, hasta el punto de llegar a creérselo ellos mismos.

Creo que en España tenemos una gran falta de conocimiento acerca de los altos cargos. Y no hablo ya sólo de los escandalosos casos de la administración pública. Es indignante ver cómo aparecen cargos "de la nada" para justificar altos sueldos y muy poco trabajo en casi todas partes.

¿Sabéis que hay muchísimos cargos de gran responsabilidad que sólo requieren una dedicación a tiempo (muy) parcial sin ni siquiera vivir en el mismo país del puesto de trabajo?. ¿Sabéis que hay gente que compagina no sólo uno sino varios altos cargos junto a su profesión habitual?. Gerencias, cátedras, direcciones, asesorías... cualquier cosa que suene a grandilocuente y cuyo cometido sea inentendible incluso para personas de cierto nivel. De hecho casi siempre suelen ser los mismos los que andan ostentando este tipo de cargos, independientemente del sector. Mejor no preguntéis por las cifras salariales de esos cargos y menos por la suma de todas ellas. La justificación de esos desorbitados salarios -incluso para puestos a dedicación muy parcial- suele ser la responsabilidad y/o capacidad.

(Actualización: Como no podía ocurrir de otra forma, ser diputado del Congreso es sólo uno más de estos cargos volátiles con los que sumar salarios).

Basta preguntar a los subordinados para escuchar sus opiniones y dudas:
  • ¿Cómo es posible que alguien que no vive en el país, no conoce su cultura y ni siquiera comprende el idioma de sus trabajadores esté al cargo de su futuro?
  • ¿Cómo es posible que los empleados no hayan visto en persona a quien dirige su institución o negocio?
  • ¿Por qué los altos cargos siempre están en reuniones o de viaje cuando son requeridos por su personal?
  • ¿Por qué jamás tienen que rendir cuentas a nadie y dedican tan poco tiempo a los suyos?
Las respuesta es sencilla: los altos cargos son humanos y, de la misma forma que el resto de trabajadores, también pueden ser vagos, incompetentes o cobardes. De hecho muchas veces lo son. Tanto o más que sus subordinados a los que tanto critican por falta de eficiencia. La única diferencia es que ellos tienen dónde ampararse porque no tienen que dar explicaciones. Cuando hay que darlas es cuando empiezan los problemas, porque no suelen tener que ver únicamente con perder el tiempo leyendo el periódico en el trabajo -que también-. Su pérdida de tiempo o incompetencia afectan enormemente a la economía de su entorno. Si un trabajador medio pierde el tiempo o es incompetente puede malgastar unos pequeños recursos (tiempo, luz, espacio físico...), pero difícilmente hará cargos a cuenta de la institución o empresa como comidas, cenas, gasolina, vuelos, noches de hotel o caprichos tecnológicos.

El problema es que esto no sólo ocurre en empresas de miles de trabajadores ni en grandes administraciones públicas. Ocurre -y nos estamos malacostumbrando- en empresas, instituciones y centros de trabajo o investigación muy pequeños, incluso con menos de 50 empleados.

Las reuniones con los altos cargos pueden llegar a ser surrealistas y no suelen llevar a ninguna conclusión. Eso sí, suelen estar aderezadas con comidas o cenas de lujo nunca pagadas de sus bolsillos. En esas reuniones las decisiones se postponen o simplemente no se decide nada y se deja que las cosas vayan a su ritmo. La responsabilidad inmediata se disipa hasta las capas medias y bajas, que son las que tienen el conocimiento real y las que trabajan con los pies en la tierra y tomando sus propias decisiones día a día.

Y las cosas continúan a su ritmo mientras no ocurra nada especialmente relevante, siendo siempre relevante cuando afecta de alguna manera al terreno personal -léase bolsillo, poder, etc...- de los altos cargos. La cuestión es que, cuando eso ocurre, las medidas a tomar -salvo contadísimas excepciones- jamás son consecuentes con la supuesta responsabilidad que sus puestos ostentan. Los altos cargos nunca responden con su solvencia personal ni su patrimonio, con un recorte de su sueldo o medidas similares. Las medidas que estamos escuchando en estos tiempos de crisis hablan por si mismas: despidos y cierres en empresas, no responder del dinero existente en depósitos y fondos de los clientes en bancos y la solicitud de intervención y amparo del Estado, al que siempre acusaron de intervencionista. ¿Dónde está la responsabilidad de la que tanto se ostentaba y que justificada el desorbitado salario?.

En cuanto a la capacidad, debería ser un atributo relevante, pero habría que precisar algo más. Cuando las decisiones no se toman, quien debe no se moja, las cosas no avanzan... ¿para qué sirve esa capacidad?. ¿Capacidad de qué?. ¿Capacidad de mantener siempre las cosas como están y no asumir las responsabilidades inherentes al cargo?.

Los escándalos de la prensa no son sino los casos más escandalosos o curiosos, pero en absoluto los únicos. Los conocemos todos a nivel más pequeño: utilización de fondos o descuentos de la institución o empresa para beneficio propio: tecnología, viajes, coches (con sus extras), etc...

Mientras tanto, millones de euros siguen circulando alimentando los bolsillos de esos altos cargos, directa o indirectamente, porque el sueldo es sólo una parte -a veces pequeña- de los beneficios asociados al puesto. En unas ocasiones son pagados por todos y en otras ocasiones simplemente impiden que aumente la riqueza de la empresa o los bolsillos del resto de trabajadores.

No es de extrañar, por tanto, que sea célebre una cita que leí ahora no recuerdo dónde (editaré cuando la encuentre), que dice algo así como:
Los trabajadores incompetentes suelen acabar donde su mal trabajo puede hacer menos daño a la empresa: en la dirección.
Cuanto menos paradójico, ¿no?.

1 comment:

Lula Towanda said...

Totalmente de acuerdo con tu refelexién con la jefatura. Desde el blog de la sección femenina nos hemos hecho eco de esta sin razón de los altos cargos.
Por ejemplo: Los empresas los prefieren rubias o jefes, jefes, jefes