Dicen que España no existe ni nunca existió, pero hay algo que siempre nos ha unido. No es la lengua, la raza, ni un sentimiento patriótico. Es el espíritu picaresco, caradura e insolidario que nos caracteriza. Basado, cómo no, en el egoísmo siempre denunciado en muchos de estos posts.
Viene esto a cuento del siempre polémico tema de la piratería. Un término que no tiene sentido allí donde los objetos no son como los del mundo físico, como ocurre en Internet. En Internet las obras no se prestan a un amigo (falacísimo argumento de la copia privada), sino que ofrecen al mundo para que cualquiera haga una copia. Pasamos de tener una decena de amigos a unos cuantos millones. Pasamos de deshacernos temporalmente de la obra adquirida para que la disfrute otro a poner a disposición de copia de todo el mundo una obra que ni siquiera hemos adquirido. Para desmontar toda esta serie de falacias de los cantamañanas de turno basta con preguntar cuántas obras ha comprado de su bolsillo y compartido en Internet cada uno de los que tanto las defienden a ultranza. Claro, es que el tema no funciona así. Se trata de estar al otro lado. Es decir, de ser tú el que se baja cosas de los demás. Y si pones algo a compartir, es algo que a su vez has recibido gratuitamente. ¿Quién provee de la semilla original? Ni se sabe, ni se quiere.
Queremos que los artistas nos entretengan, nos deleiten y que todo ello esté al alcance de todos nosotros de manera inmediata y gratuita. No sólo eso, además queremos que sean buenos. Pero ¿cómo se van a ganar la vida ellos? El oficio de artista tiene algo parecido al de investigador, por eso a ninguno se le considera realmente un oficio. Se necesita tiempo de formación, tiempo de trabajo, inspiración y puede haber periodos largos sin ninguna "obra". Y cuando aparece esa "obra", reclamamos tener derecho a que sea nuestra y de manera inmediata y gratuita porque es "cultura".
Obviamente, esto no casa, porque de algún lado tiene que vivir el artista. Hay varias posibilidades para solucionarlo:
- Imponer un cánon a todo artilugio y mecanismo que sirva para almacenar o reproducir obras en formato digital porque no hay manera de discernir el uso que a ellos da cada persona. Para todos café. La gran pregunta, ¿convierte esto en "legal" la difusión de cualquier obra?. Muchos esperamos una respuesta clara al respecto. Si la respuesta es "no", este modelo no tiene sentido. Si la respuesta es "sí", pagan justos por pecadores.
- Convertir la carrera de "artista" en un oficio, con su seguridad social, su paro, etc. y un sueldo fijo y que su "obra" sea gratis y universal. Algo así como "entretenedor del reino". Peligros: mercantilización/funcionarización (dependiendo del modelo adoptado), aburrimiento total del artista, no valoración de su trabajo, riesgo de suicido.
- Controlar las descargas electrónicas. Controlar no tiene por qué ser malo. Puede significar "tener una idea de qué contenidos son los más difundidos" y pagarle en esa medida. Es justo que el artista más difundido quiera lucrarse más a ese respecto. ¿O acaso los artistas no tienen derecho a lucrarse por ello? Eso es lo que defendió Fernando Savater (que los artistas son trabajadores y tienen derecho a lucrarse) en un artículo y todo el mundo se le tiró al cuello. Peligros: cada artista se encargaría de autopromocionarse aumentando sus descargas de manera automática y el sistema no funcionaría.
Por tanto es un tema muy peliagudo. Las cuestiones fundamentales son ¿qué es la cultura?, ¿quién la produce?, ¿cómo vive él de ello?, ¿quién debe pagarla?
Y ocurre lo de siempre, sólo dos modelos parecen funcionar: o se supone un servició "básico" para los ciudadanos, como la Seguridad Social, por el cual todos tenemos que pagar aunque no nos interes, o bien se mercantiliza y pagan más aquellos que más la "utilicen". ¿Alguien ha empezado por hacer ese debate?
La cuestión es que en España queremos lo de siempre:
que el beneficio sea para nosotros, pero que lo paguen los demás. Y al que produce dicho beneficio... Ah, ¿pero es que lo produce alguien?
Sí, efectivamente las cosas las producen las personas. Y, además, nosotros exigimos calidad. Nos gusta leer novelas interesantes, bien escritas, con rigor. Nos gusta escuchar obras que remuevan nuestros sentimentos, a tempo, grabadas a la perfección. Nos gusta ver películas que nos hagan disfrutar, emocionarnos o reirnos. La mayoría de la gente no es ningún genio. Lleva horas y horas de estudio, de práctica, de experimentos y de fracasos previos. Y además no lo hacen solos: editores, maquetadores, técnicos de sonido, cámaras y un largo etcétera de personal e inversión en bienes que alguien tendrá que pagar.
El reto es definir quién y cómo deberá pagar esas cosas una vez cambiado todo el modelo tradicional de distribución que ya no funciona. Si no, el "negocio" tal y como lo conocemos, se irá al garete.
Existe otro modelo posible: Canciones hechas por informáticos en sus noches de insomnio, novelas escritas por abogados en sus viajes en AVE, fotografías retocadas por profesores de universidad en sus ratos libres en el despacho, etcétera. La diferencia es que ellos tienen una fuente de ingresos que les ocupa (o debería) la mayor parte de su tiempo y por tanto es de esperar que sus obras nos gusten o interesen menos, como así suele ocurrir.
Si es lo que queremos, adelante. Si no, habrá que buscar alguna solución. ¿Cuál? No lo sé, pero alguna. ¿O quizá preferimos seguir sin solución para seguir quejándonos eternamente? Más que posible.