Por casualidad llega hoy a mis manos un editorial de La Nueva España titulado: "Trabajar más y ganar menos, una solución a la alemana". No tiene desperdicio. Empieza así:
Cualquiera que viaje a Berlín se sorprenderá de lo barato que es comer. Un menú en un buen restaurante resulta más económico que en cualquier sidrería asturiana. Escasea el alumbrado público, que allí hay que pagar con el dinero de todos. Aquí parece gratis. Por las carreteras circulan coches recios de gama media y apenas todoterrenos, esos vehículos de elevado consumo y caro mantenimiento que hacen furor en España. Un piso cuesta la mitad que en Madrid o Barcelona.Me ha parecido muy curioso porque en mi post anterior hablaba en primera persona acerca de la vida en Alemania. Quien lo haya leído recordará que yo señalaba precisamente las mismas anécdotas: el alumbrado público ahorrativo y sostenible, los bajos precios, la moderación de consumo, el ahorro y la falta de ostentación alemana (yo aludía a la cantidad de coches baratos que se ven, incluso en ciudades y barrios ricos), etc.
Algunos incluso me han preguntado si escribo para ese periódico. En absoluto. Sólo hace falta ser mínimamente observador para darse cuenta de cómo somos en cada uno de los dos países.
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