07 September 2011

Ciencia relacional


Me preguntaba una amiga, inocente ella, cómo es posible que personas consideradas "inteligentes" sean tan patosas con las relaciones. Es decir, que no sean capaces de saber lo que está bien de lo que está mal, lo que es aceptable de lo que no, cuándo se están comportando bien y agradando al otro, o cuando están ofendiendo. Saben resolver una ecuación diferencial pero no saben cuando están traicionando a alguien, por ejemplo.

Hubo una época en que me dieron pena y yo era comprensivo, demasiado comprensivo, con esa especie de "retraso mental" social que muchos tienen. Luego resultó que esa falta de habilidades sociales en muchos casos estaba relacionada con un egoísmo supino. De manera que cuando no tienes claro si preguntarle a alguien: "¿de verdad no te das cuenta de cómo actúas, como puedes ser tan "corto"?" o directamente "¿cómo puedes ser tan hijo de puta?", es el momento de dejarlo estar.

A día de hoy aplico más el método científico y menos el filosófico: me da igual que uno sea socialmente corto a que sea un hijo de puta premeditado. Si producen los mismos efectos, los voy a mandar a la mierda igual y no voy a pararme a teorizar sobre su origen.

3 comments:

madelen said...

ay! si siempre fuese tan fácil poder mandar a la mierda a algunos... esa sería la máxima libertad...

LifeBalance said...

Mi mujer dice que todas esas personas que parecen tontas, quizás lo sean, pero precisamente por eso son las que más daño te hacen en el peor momento.

Respecto a los que no saben actuar, o no entienden que lo están haciendo mal, puede ser que estén demasiado centrados en ellos mismos (egoísmo) o no comprendan lo que son los principios en la vida ni su aplicación (los valores personales de cada uno, para quien los tenga).

Al final la gente se mide por lo que es capaz de hacer, pero los demás los valoramos por lo que han hecho. Mi experiencia es que hay que valorar a las personas por sus acciones y sus formas, y no por lo que dicen. Su comportamiento delata su sentido de las cosas.

Un saludo

Betawriter said...

Totalmente de acuerdo. Hay que juzgar por las acciones y no por las palabras. Nunca había entendido del todo el refrán "más vale solo que mal acompañado", ni el dicho "cuantas más personas conozco, más quiero a mi perro" pero creo que, a cierta edad, son perfectamente comprensibles...