Hace diez años me di alta de Netflix en Estados Unidos, cuando éste proporcionaba una manera de ver películas muy novedosa: en Streaming y con DVDs por correo. Netflix era también una de las empresas tecnológicas punteras en Silicon Valley que dieron un salto adelante con todo lo relacionado con el vídeo-on-demand y su compleja tecnología. Era algo interesantísimo, por tanto, tanto por contenido como por tecnología.
En aquel entonces apenas nadie conocía Netflix en España, donde por supuesto no daba servicio. Los pocos que lo teníamos lo vimos como un servicio alternativo a la televisión. Por fin no había anuncios y, sobre todo, ideología, ya que era una plataforma minoritaria. La gente sólo buscaba entretenimiento de calidad.
Casi una década después el panorama con Netflix es completamente distinto. Los jóvenes (y no tan jóvenes) en España consumen Netflix a diario y es ya una plataforma que puede llamarse mayoritaria. "¿Qué serie estás viendo?, ¿cuál recomiendas?" son parte normal de nuestras conversaciones. Es decir, Netflix se ha convertido en la nueva televisión.
Es más, gracias a los enormes beneficios de Netflix, ya son más que una televisión. Netflix tiene sus propios estudios y realizan sus propias producciones, colaboran o directamente compran. Ellos son quienes ponen las reglas, por tanto, de qué contenidos entran en su plataforma. Son un gigante absoluto del entretenimiento, casi monopolístico.
Y Netflix ha cambiado mucho. Vaya si ha cambiado. En la actualidad hay tantísimo contenido que uno acaba perdiéndose. Y lo más preocupante: Netflix tiene una línea ideológica clarísima: son los grandes aliados de la postmodernidad / mundo progre.
Podría hacerse una tesis doctoral al respecto (que quizá ya se ha hecho), pero ¿se han dado cuenta que en absolutamente todas las series se meten personajes y pequeñas escenas gay/lesbianas/transexuales sin venir a cuento? No soy el único que se ha dado cuenta. ¿Que ahora cualquier mujer de 1,50m es capaz de pegar cuatro hostias a 5 maromos de dos metros y salir airosa? ¿Que las mujeres están interesadas en sexo sin compromiso, dar su vida por el trabajo, y pasan de la familia?
Esta retórica se ha metido con calzador en absolutamente cada nueva serie que aparece. Aunque la memoria no da para más, me viene a la mente algunos ejemplos:
- En "la casa de papel" vemos a un Serbio cachas al que la guerra le hizo un tipo durísimo, que sin embargo se vuelve dulzón a la hora de metérsela a su novio. Tokio (Úrsula Corberó) mide 1,63m y pesa 52 Kg y es una chica de la calle. Sin embargo, es capaz de coordinar una operación, acabar con todos los malos que la doblan en peso, incluído un policía con experiencia en la guerra armado hasta los dientes.
- En "vivir sin permiso", la jueza en realidad descubre que es lesbiana y se enamora de una policía y, por supuesto, el hijo del protagonista (Nemo) es gay. Esto no le supone ningún problema a Nemo, a pesar de ser un capo de la droga de Galicia, y que la sobreactuación y manerismos resultan absolutamente ridículas.
- En "las chicas del cable" (ambientada en la época de los inicios del teléfono y las centralitas manuales), la protagonista parece sacada de "sexo en Nueva York" y se comporta como si viviera en una sociedad de 100 años después. También aparecen personajes gay, por supuesto, en un entorno y con una retórica nuevamente de 100 años después.
- En "élite" un chico bisexual tiene madres lesbianas. Hay una familia musulmana donde la chica va con pañuelo y su hermano es musulmán y homosexual. Hay otra familia de clase baja. Todos tienen relaciones sexuales o fantasías con todos.
¿Qué importancia tiene todo esto? ¿Se trata de una obsesión en la que sólo se fijan conservadores y carcas como seguramente se pensara del autor de este artículo? O peor aún, ¿homófobos y toda la retahíla de -fobos que está de moda llamar actualmente a cualquiera que se atreva a abrir la boca?
La importancia es clara y además Netflix lo reconoce abiertamente: quiere (en terrible terminología anglosajona) "empujar la agenda gay". Si no hay retórica LGTB / multiculti, no habrá financiación ni espacio en la plataforma, o será mucho más difícil acceder. Parte de esa "agenda gay" (sobre todo de relaciones multi-raciales y bi-sexuales con las que están obsesionados) es también la agenda feminista, multi-culti y demás partes del "pack completo".
Esto hace que las nuevas producciones supuestamente "históricas" hagan cosas absolutamente ridículas y faltas de rigor (como gente de raza negra donde nunca la hubo u homosexualidad en cada esquina), o no haya película o serie en la que aparezcan relaciones homo o bisexuales o grupos de amigos uno de cada raza. Como todos los progres, Netflix y sus defensores arguyen que es para "visibilizar" o "contrarrestar" cómo se ha hecho el cine en el pasado, que tampoco era representativo sino blanco, patriarcal, bla, bla, bla. Es decir, reconocen que lo importante es la ideología y que se trata de una especie de "venganza" o "contraataque".
Para empezar, esto es completamente falso. Cuando yo era pequeño, había un porrón de shows televisivos y películas americanas que mostraban abiertamente cosas y personajes que hoy se dicen ocultar. ¿Os acordáis de "cosas de casa", "el príncipe de Bel Air"? Los protagonistas eran negros y, en el caso del príncipe de Bel Air, negros de clase muy alta. ¿Y qué hay de "a fuerza de cariño" donde el personaje principal tenía síndrome de Down? ¿Qué hay de las películas y shows de Eddie Murphy, Morgan Freeman o Whoopi Goldberg? ¿"Loca academia de policía"? Los negros, además, contaban y cuentan con la ventaja de que siempre son personajes buenos, graciosos y bondadosos. Los malos malísimos siempre son hombres blancos de unos 50 años con el pelo blanco.
Ahora mismo estoy viendo una película de 1981, "Distrito Apache" donde en el departamento de policía en el Bronx trabaja gente de todo tipo, diferentes razas, hombres y mujeres. Aparecen transexuales latinos, negros, italianos, portorriqueños, prostitutas negras y todo el copetín. El policía protagonista (Paul Newman) se enamora de una enfermera de clara ascendencia sudamericana. La película denuncia además, cómo Paul Newman se enfrenta a la dificultad moral de denunciar o no a sus compañeros, que asesinan injustamente a un portorriqueño. Él mismo denuncia: "a la gente no le importa una mierda porque es portorriqueño - seguro que si fuera irlandés la cosa sería diferente".
En ese mismo año se estrenó en España "Verano azul", donde un grupo de chavales se juntaban cada verano a pasar las vacaciones en Nerja y crecían juntos. Se enfrentaban a sus primeras disputas, diferencias de edades, enamoramientos, contradicciones y dificultades de la vida.
Ambos filmes me parecen geniales. ¿Por qué? Supieron capturar la esencia y problemática de cada lugar y momento. Y reflejarlo de una manera entretenida. El Bronx y Nerja no tenían nada que ver. En Nerja no había portorriqueños transexuales haciendo la calle, médicos o policías negros, ni disparos por las noches. Y en el Bronx no había niños juntándose pacíficamente a jugar de manera segura por las calles, con sus padres diciéndoles que no se metieran al agua nada más comer por un posible corte de digestión.
Sin embargo, ¿se imaginan cómo sería la nueva versión de "Verano azul" en Netflix? Aunque fuera un "remake" de los años 80, los amigos consistirían en un niño chino que trabaja en un bazar en Madrid, una negra lesbiana catalana que intenta llevarse a la cama a su amiga de rubia de ojos azules pija de Galapagar y le propone un trío con su prima musulmana que vive en Barakaldo. La musulmana a su vez sería la mejor amiga del niño chino, que sería su "confidente". El último personaje sería Gorka, con pintas de levantador de piedras, que fue novio de la musulmana de Barakaldo. En realidad, sin embargo, se arrimó a ella sólo para ver si conseguía hacerle una felación al niño chino. Gorka acabaría explicándole que no se puede asumir nada acerca de los gustos sexuales porque eso es "antiguo y patriarcal" y lo mejor es probar un poquito de todo. Además, no hay que discriminar y no todos los penes son iguales.
Ésta es la visión que Netflix propondría seguramente como condición para financiar y emitir un remake de "verano azul".
Netflix fue muy bueno, pero hoy es completamente predecible y con una marcada agenda política que está por encima de todo. Es decir, Netflix es telebasura.
Telebasura marcadamente anglosajona, que intenta expandir sus traumas históricos y culturales por todo el globo, aunque no encajen en absoluto con otros lugares o momentos. Estados Unidos ha sido y es abiertamente racista. El censo, las entrevistas de trabajo, las estadísticas, en todas partes a uno se le asigna raza. Razas completamente arbitrarias y que no vienen a cuento en otros países o momentos históricos diferentes a los suyos.
¿Se imaginan en España que al echar para un trabajo por Internet o al registrarse en el censo hubiera una lista desplegable donde aparecieran cosas como: "blanco, moreno, gitano, chino, rumano, norteafricano, sudamericano"? Y que apareciera en sexo: "hombre/él, hombre/ella, mujer/ella, mujer/él, prefiere-no-decir, otros". ¿Que el Instituto Nacional de Estadística sacara los datos agregados por estos grupos? ¿Que las series de televisión y películas se rigieran por cuotas y agendas políticas basadas en esto?
Pues ésta es la realidad de Estados Unidos y la visión cultural que están intentando imponer en todo el mundo. Y Netflix no es más que parte de ello. Imperialismo cultural puro y duro. Telebasura.
Sigo teniendo Netflix porque pago una cuenta compartida para familiares que no quieren que la quite. Aunque yo no lo veo, sería cruel hacerlo porque para ellos es ya la nueva televisión.
Me vuelvo a terminar de ver "Distrito Apache" de la antigua televisión (en versión modernizada en forma de app - muy recomendable).
Diez años después de darme de alta en Netflix, donde fui pionero, hoy es lo contrario: lo revolucionario e innovador es ver una película de los 80 que echan por la tele.
Saludos.
1 comment:
Muy Buenas. Un artículo estupendo, como siempre.
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