¿Por qué el concepto de fidelidad y mejora laboral está visto de manera diferente dependiendo del rango al que se aplique?
Siempre recuerdo cómo a algunos empleados se les denomina "trepas". Efectivamente, hay algunos a los que se les ve de lejos, pero también hay grandes malinterpretaciones. En el campo de la informática, por ejemplo, a un programador que desea pasarse a la gestión de proyectos se le suele ver como un trepa. Pero, ¿acaso una persona no puede preferir o ser más adecuado para dirigir proyectos software que para programarlos? Lo mismo para los que desean ser comerciales o relaciones públicas.
Quizá sea porque estos puestos suelen estar mejor remunerados o porque dan la sensación de tener cierto prestigio o poder sobre las personas. Pero, ¿y si diéramos a elegir entre dos tareas igualmente importantes sin variar el salario? Ésa sería una forma de filtrar a los verdaderos trepas de quienes simplemente desean o se sienten mejor preparados encargarse de otra tarea.
Viene esto al tema de la fidelidad empresarial. Mucha gente se cambia de profesión simplemente porque no está en el puesto que desea (también por la remuneración, eso está claro). En ciertos sectores y momentos, estos cambios no están bien vistos y se les suele marcar como trabajadores "poco fieles", en casos extremos "traidores".
Pero, ¿qué pasa con los empresarios o los altos cargos? Echando la memoria atrás he visto gente que ha creado o dirigido empresas para posteriormente dividirlas en varias y dejar a la original en manos de otros, estar permanentemente de viaje sin velar por la empresa o los empleados, o desaparecer de la gerencia de una empresa familiar. También cambiar de empresa o montar una nueva simplemente por el salario, por afán de aventura, por haber agotado la subvención de turno o por necesidad de demostrar algo a los colegas.
Este rasgo, sin embargo, suele ser considerado "positivo" en esos puestos y personas. Indica capacidad de progreso, de emprender nuevas aventuras, de mejora profesional, de riesgo. A estas personas raramente se las considera "traidoras" aunque hayan dejado sin su liderazgo y experiencia o hayan incumplido las promesas por las que contrataron a toda una plantilla.
Hasta hace poco, en el modelo tradicional de empresa, la fidelidad del empresario y altos cargos estaba tan garantizada o más que la de los trabajadores.
Hoy el mercado ha cambiado en muchos sectores. Las empresas se crean y se destruyen. Igual que es previsible que un trabajador cambie de empresa, ocurre lo mismo con empresarios y altos cargos, aunque en este segundo caso el impacto sea mucho mayor.
Son las reglas del juego. Pero no es justo denominar "trepa", "vendido" o "traidor" al trabajador que se mueve y "persona de éxito" o "emprendedor" al empresario o inversor que busca nuevos retos.
27 August 2010
Cuestión de fidelidad
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