En un debate reciente que vi por televisión acerca de la investigaicón, algunos de los participantes hablaban sobre lo sobredimensionado de nuestro país en temas de infraestructura. Comentaban el caso de edificios cuasi vacíos y de máquinas y tecnología que gente de otros países (avanzados) venían a utilizar aquí.
Insistían en que, fardones como somos, nos hemos olvidado de lo más importante: el capital humano.
Y la verdad es que no puedo estar más de acuerdo. Cuando he viajado a otras instituciones con mucha mayor trayectoria científica y mucho mejores resultados que las nuestras, me he sorprendido siempre. Aquí, cuando hay dinero, se invierte en renovar la fachada o reformar algo, en cambiar las cerraduras a unas electrónicas con un mantenimiento costosísimo, en comprar ordenadores, PDAs o servidores a troche y moche, o en dar un portátil a cada alumno.
¿Cuántos servidores de departamento infrautilizados o prácticamente parados hay? ¿Quién se encarga de mantenerlos? ¿Qué hay de esos miles de portátiles, PDAs, cámaras de fotos y demás que se han comprado? ¿Alguien ha hecho inventario de qué uso o qué resultados han dado?
Si en vez de comprar 5 servidores y tenerlos vacíos, compráramos uno y pagáramos a alguien por mantenerlo e instalar y dar servicio con los programas que necesitamos, crearíamos puestos de trabajo y daríamos un servicio mejor. Y, de paso, dejaríamos de robar tiempo a quien se tiene que dedicar a otra cosa como, por ejemplo, a investigar.
Si en vez de gastar dinero en renovar la fachada, lo dedicáramos a que los investigadores (los de verdad, no los que piensan en irse de vacaciones) pudieran irse de estancia, o a una conferencia de interés, y luego traer ese conocimiento para el grupo, otro gallo cantaría.
Si, en vez de comprar ordenadores de una lista predeterminada ofrecida por la empresa con monopolio de turno, diéramos X dinero a cada investigador para que comprara el que mejor conoce o el más apropiado para su tarea, las cosas irían mejor.
Si en vez de reformar un sistema de calefacción que funciona perfectamente, o de poner aire acondicionado en un lugar donde rara vez se superan los 30 grados en verano, lo invirtiéramos en alguien que se encargara de coger el teléfono y de hacer gestiones y papeleos, crearíamos otro puesto de trabajo y los investigadores podrían dedicarse a lo que tienen que dedicarse.
Si en vez de construir un despacho por cada profesor de medio pelo, muchos de ellos vacíos largas horas del día o incluso a temporadas, en general los despachos fueran compartidos como en cualquier otro trabajo, ahorrando espacio y fomentando la interacción humana, también ahorraríamos, y podríamos contratar a más personal.
Ésas son algunas de las cosas que se hacen en los sitios donde he estado de visita. No tienen cerraduras electrónicas, ni climatización automática, ni fachadas maravillosas y deslumbrantes. Prefieren invertirlo en capital humano.
Cuando nosotros nos encontramos con problemas o limitaciones en nuestra investigacion, especialmente en mi campo, muy rara vez es por falta de medios o infraestructuras, sino por falta de buenos investigadores, buenas ideas y buena comunicación.
10 February 2012
Edificios, infraestructura y eficiencia
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