07 October 2008

¿Qué se puede aprender de la crisis?


Mucha gente lo veía venir. Una sociedad basada en el consumo y el egocentrismo más exagerado no puede crecer indefinidamente. Al parecer algo está pasando en estos momentos, aunque nadie sabe muy bien el qué ni por qué, pero han decidido llamarlo "crisis". Hasta qué punto es real o imaginaria no importa: si se habla de ella continuamente se convierte en real. Y últimamente no se habla de otra cosa.

Sea como fuere, no es éste el tema del que quería hablar. Quería hablar de la crisis como punto de partida para la reflexión y el cambio. Los precios aumentan, los salarios se estancan (curioso eufemismo que significa bajada de sueldo cuando no se sube ni el IPC) pero las necesidades se mantienen (si no aumentan).

¿Qué podemos hacer?. Quizá seguir quejándonos de todo no es la mejor solución.

Simplificar

En primer lugar y lo más sensato para empezar a atajar la crisis sea simplificar: despojarnos o minimizar las necesidades creadas que abundan a nuestro alrededor. La mayoría de las veces son la pereza o el miedo los que nos hacen seguir pagando servicios inútiles o injustificablemente caros.

Es interesante prescindir de aquello que no necesitamos, especialmente si supone una cuota mensual.

  • ¿De verdad utilizas el teléfono fijo?. Las compañías de Internet nos venden la tarifa plana en llamadas nacionales como un gran ahorro. Sin embargo, no es sino una excusa para subirnos el precio de Internet. Plantéate cuánto llamas desde el fijo y a dónde y haz las cuentas. Salvo que no tengas otra cosa que hacer que llamar por teléfono, es dificil que amortices la tarifa plana de llamadas.
  • ¿Tienes miedo a cambiar de compañía de móvil?. ¿Todavía sigues con operadores que te dicén cuándo y a qué compañías tienes que llamar?. Simplifica. Hace tiempo que existen compañías que cobran a un único precio independientemente de cuándo y a quién llames. Sorprendentemente el precio de estas compañías es incluso más barato que en el antiguo tramo horario superbarato de las compañías de siempre. ¿De verdad crees que no tendrás cobertura y otras leyendas urbanas similares?. Y si no te fías del todo, cómprate un prepago y prueba. ¿Qué tienes que perder?. ¿Quizá firmaste un contrato a cambio de un móvil nuevo u otra promoción que todavía tienes que amortizar?.
  • ¿Cuánto utilizas Internet?. En un país que sigue empeñado en aumentar el ancho de banda "gratuitamente" como excusa para no bajar jamás los precios de Internet, hay que tomar medidas. Afortunadamente la mayoría disponemos de Internet en nuestros trabajos, centros de estudio, bibliotecas, etc... que podemos utilizar. ¿Es sensato pagar 50€ al mes por conectarse a Internet desde casa?. No, pero nos consolamos fácilmente porque es muy fácil amortizarlo bajándose películas, música, etc... que jamás tendremos tiempo material de ver y que en el videoclub de la esquina están a 2€.
  • ¿Qué ventajas tiene tu banco habitual?. Llevas en el mismo banco toda la vida. Desde que te abrieron una cuenta corriente en tu primera comunión. Al entrar a cualquiera de las 300 oficinas de tu ciudad la primera pregunta que te hacen es "disculpe, ¿es esta su oficina?". En caso contrario no podrás realizar la mayoría de los trámites. Te cobran comisión por cada transferencia, por cada tarjeta, por cada vez que viajas y no encuentras un cajero de la entidad. Para mejorar lo presente, su horario de apertura es la mitad que tu jornada laboral, donde tienes que pedir permiso para salir a realizar los trámites. Posteriormente te toca amenazar con que te marchas para que te quiten las pequeñas comisiones y así contárselo a los amigos que no disponen de ese tiempo o no tienen voluntad de hacerlo. ¿De verdad crees que todos los bancos son así?.
  • ¿De verdad necesitas tantas cuentas, cartillas y tarjetas de crédito?. Existen bancos con productos interesantes y sencillos. Una única tarjeta que se comporta como una de crédito en las compras y que da a elegir la posibilidad de sacar dinero a débito o crédito en una extensa y conocida red de cajeros compartida por muchas entidades. De esa forma te basta con una única tarjeta para comprar en establecimientos, por internet, hacer reservas y sacar dinero. ¿Para qué es necesario más?.
Así podríamos seguir hasta el infinito. Actualmente el mercado ofrece una competencia interesante que debemos aprovechar. Obviamente no es cuestión de analizar toda y cada una de las opciones pero sí es intresante que no sea la pereza o el miedo infundado quienes nos mantengan atados a una serie de servicios que no necesitamos o que están completamente desfasados y sólo se mantienen a base de clientes como nosotros.

Clientes que tenemos que estar buscando constantemente de manera artificial cómo amortizar cada uno de los servicios por los que pagamos religiosamente.

Simplifiquemos. Nuestra economía (y sobre todo nuestra cabeza) lo agradecerá. Elimina una cosa y verás como sigues viviendo igual que antes. Así sucesivamente hasta que encuentres tu equilibrio.

Informarse, tener criterio y compartir

Estrechamente unida a la idea de simplificar está la tarea de informarse con criterio y preguntar a los además. Si compartimos nuestras ideas con los demás y viceversa y las despojamos de los tópicos infundados, llevamos mucho trabajo ganado.

La cuestión es que tenemos demasiada vergüenza a las eternas comparaciones con los demás. No queremos hablar de cosas íntimas ni relacionadas con el dinero por si el vecino tiene condiciones más ventajosas que nosotros. O por si las tiene peores y, gracias a nosotros, las mejora.

Con el tema de los servicios siempre nos estamos quejando, muchas veces con razón. Todo es excesivamente caro, a veces hasta injustificable. Un amigo me comentaba cómo una vacuna para determinada enfermedad animal que cuesta a la empresa 0,90€ la unidad y se pone en un minuto se factura a 25€. Es sólo un ejemplo, pues los conocemos en todos los ámbitos: el taller, el dentista, la academia, el párking, el fontanero, el pintor, etc...

Cuantas menos ganas de aprender y menos atrevimiento tengamos, más tendremos que pagar por los servicios que necesitemos. Si cuando eras pequeño nada se te ponía por delante, si has sido capaz de terminar una carrera universitaria... ¿por qué ahora no te atreves a pintar la casa?, ¿por qué no cambias el grifo tú mismo?. ¿Llamas al electricista para cambiar un enchufe?. ¿Te parece imposible colocar una canalera?. ¿De verdad crees que cambiar una ventana o hacerte una con ladrillos de pavés es tarea de expertos?.

Y si tú sólo no sabes o no te atreves, anímate con tus amigos o tu familia. Seguro que alguien, o entre todos, hacéis casi todo lo que os propongáis y demás pasaréis un buen rato. Y si la tarea es complicada, ¿de verdad no tienes ningún amigo que te pueda hacer precio especial o al que puedas devolverle el favor?.

Cuanto más sepas, más ganas tengas y más sana y variada sea tu red de amigos, menos servicios externos necesitarás y más te ahorrarás si los necesitas.

Espera, quizá es el problema. ¿No tienes tiempo?. ¿No tienes amigos?. ¿Tus amigos no tienen tiempo?.

La crisis es un buen momento para reflexionar.

1 comment:

NuHBe said...

Qué buen post, sí señor.
La verdad es que si nos plantearamos más las cosas antes de seguir haciendo lo de siempre porque así se ha hecho toda la vida, nos iría mucho mejor.

Sigue escribiendo ;)