19 January 2013

Egoismo y corrupción, una enfermedad sistémica


En todas partes cuecen habas y ahora le toca el turno al Partido Popular y sus sobres con dinero. También la curiosa afirmación del Tribunal de Cuentas sugiriendo que se inventaran las facturas. Chapeau.


¿Es todo esto un escándalo? Sí y no. Es un escándalo porque no es otro partido político más, sino el que gobierna y con mayoría absoluta. Pero, a su vez, no es un escándalo visto cómo somos en este país.

Y con esto vuelvo al eterno tema de siempre. ¿Se debe esto a que uno se transforma cuando se mete en política, o quizá a que sólo los más corruptos se meten a política? ¿Es el resto del mundo un bendito?

Creo que ya conocen mi tesis. La corrupción en política es cuantitativamente diferente (maneja volúmenes muy altos porque se tiene más poder e influencia), pero no cualitativamente diferente a la que se comete a gran escala y sobre la cual se hace la vista gorda.

Ahora díganme que estos casos no son habituales, y convénzame de que son cualitativamente diferentes a lo que hacen nuestros políticos:
  1. Alquilar una casa a unos estudiantes sin un contrato conforme a la ley, echarlos en verano para volver a alquilarlo a turistas por días o semanas al triple de precio. Todo ello sin declararlo a hacienda.
  2. Pactar con su casero un alquiler oficial dentro de ciertos márgenes para acceder a determinadas ayudas y pasar lo demás como "gastos".
  3. Tasar el piso a un precio irreal para cambiar el montante o condiciones de la hipoteca.
  4. Comprar o vender un piso con una buena parte del pago en dinero B.
  5. Vivir con tu pareja en una Vivienda de Protección Oficial financiada por todos mientras tu pareja tiene una en propiedad, además alquilada a un tercero.
  6. Comprarse un portátil o un teléfono de última generación con dinero de un proyecto de investigación para uso personal.
  7. Elegir un congreso de investigación por el exótico destino, aunque sea tres veces más caro que acudir al congreso más relevante del área.
  8. Como empresa, utilizar los famosos "tickets restaurante" para ahorrarse salarios y desgravar.
  9. Como usuario, utilizar los famosos "tickets restaurante" por una persona no autorizada y fuera del horario permitido, blanquear los tickets con dinero de terceros, o directamente venderlos en internet.
  10. Pactar con tu empresa un despido lo que no es sino la marcha voluntaria de tu trabajo para cobrar el paro.
  11. Tener a familiares o amigos en nómina para que coticen a la Seguridad Social sin que realmente trabajen en la empresa.
  12. Inflar artificialmente el salario de familiares o amigos de tu empresa durante la última etapa para que tengan la máxima jubilación.
  13. Aumentar los contratos de duración limitada con condiciones (e.g., obtener determinados méritos antes de X años) una y otra vez hasta que el protegido consigue el mérito.
  14. Esperar a sacar una convocatoria para una plaza pública hasta el día en que el protegido ha conseguido el mérito.
  15. En pruebas y oposiciones supuestamente muy objetivas y meritocráticas, dejar un apartado inapelable y de puntuación de libre determinación por el tribunal titulado "adecuación del candidato al puesto".
  16. En general, favorecer a gente sumisa, que hace el trabajo sucio de los de arriba y guarda secreto sobre todo ello, por encima de gente con objetivamente mejor y más experiencia, preparación o capacidad, que se dedica a hacer su trabajo.
Y así podríamos seguir hasta el infinito.

No se en qué país vivirán ustedes, pero yo vivo en uno donde éstas son prácticas habituales y aceptadas, especialmente cuando uno o los suyos es quien las practica o quien se beneficia.

La pregunta clave es: ¿Por qué iban a ser los políticos diferentes al vulgo, si pueden beneficiarse de las corruptelas a mayor escala y además disponen del poder necesario para controlar la legislación, inspección y sanción, así como para saltarse la legislación que no les gusta o indultarse cuando les pillan in fraganti?

Las corruptelas del vulgo, sin embargo, son más explicables (pero no justificables, aunque es así como lo justifica la mayoría). Si yo soy una persona honesta, compito en base a méritos, pago a hacienda, me empeño en seguir las reglas, etcétera... me sentiré todo lo honrado que quiera pero, a nivel práctico, no sólo tendré menos dinero y peor trabajo que los demás, sino que además estaré financiando y poniéndoselo fácil a una no despreciable cantidad de sinvergüenzas. 

Además de, por supuesto, ser el hazmerreir de todos, que es el gran problema de nuestro país. ¿O han visto a alguien fardando de ser honesto y pagar impuestos, de competir justamente en una plaza, o de no tener la necesidad de acceder a una VPO? ¿No fardamos acaso de todo lo contrario? ¿De habernos ahorrado el IVA, de haber conseguido el trabajo sin mérito alguno, de haber conseguido una VPO a cuatro perras y así poder gastarnos el dinero en dejarla como un piso de lujo y comprarnos un Mercedes?

¿Cuándo nos daremos cuenta de que todo esto es una agresión a nosotros mismos? El egoísmo y su prima hermana la corrupción son enfermedades sistémicas en España, a todos los niveles.

Mientras no nos convenzamos de esto, que sólo puede cambiarse mediante educación, honradez y transparencia, mal vamos. Y si algo ha de cambiar, aun tardará un par de generaciones.

Por el momento les recomiendo la estrategia "think globally, act locally". Es decir, si quieren cambiar algo grande hagan algo, por muy pequeño que sea. Díganle a su jefe que no les parece bien la corruptela de turno, niéguense a los chanchullos que les propone su casero, digánle a su asistente del hogar que si no quiere que la aseguren, que se busque a otro.

Hagamos el favor de arrinconar, aunque sea socialmente, el egoísmo y la corrupción. El resto vendrá solo. Al menos que no se diga que no lo hemos intentado.

Saludos.

3 comments:

Natalia said...

Al leer este artículo he recordado algo que hace unos días publicó el periodista Luis del Pino en su página de Facebook, y que reproduzco a continuación:

"Un mantra que cada vez oigo más y que me indigna especialmente: "la clase política es tan corrupta porque no es más que reflejo de los corruptos españoles". Las personas no SON "corruptas" o "no corruptas". Todo el mundo puede ser en cada momento una cosa u otra, dependiendo de las circunstancias.´

Cuando en un país se generaliza el respeto por la Ley, las personas tienden a actuar de manera honrada. Y al que no lo hace se lo desprecia. Pero si en ese país se generaliza la corrupción, muchas de esas mismas personas harán lo que puedan por sobrevivir. Y aceptarán socialmente al mangante.

Y que se generalice una cosa o la otra no depende de los que están abajo, sino de los que, desde arriba, promulgan las leyes y obligan a cumplirlas.

No es verdad, por tanto, que los políticos sean corruptos porque son reflejo de los españoles. Es al revés: si los españoles tienden a la corrupción es porque son reflejo de sus políticos, que hace mucho que han convertido España en un cortijo sin estado de derecho".

Creo que no es una visión incompatible con la que se defiende en este artículo, sino un mismo problema contemplado desde dos perspectivas diferentes.
Saludos, y reitero mi enhorabuena por el blog. Me parece extraordinario.

Betawriter said...

Gracias por la contribución Natalia.

Estoy de acuerdo en cierta forma con la visión de Luis del Pino y, como comentas, creo que ambas son en cierta forma compatibles.

Bajo mi punto de vista los comportamientos corruptos de políticos y de no políticos forman parte de un "bloqueo" o justificación mutua que seguramente debería romperse desde arriba.

Pero eso no quita parte de responsabilidad al ciudadano de a pie.
Muchos de los casos que he expuesto son más que habituales y tienen poco que ver con la política, sino más bien con el abuso de una situación de poder y de unas jerarquías absurdas preestablecidas.

Me cuesta mucho encontrar relaciones causales entre el comportamiento político corrupto y algunos de los casos que he expuesto en el post y otros, como pueden ser:

- Hacer negocio con una necesidad básica como es la vivienda, especialmente con jóvenes que apenas pueden pagarla.

- Intentar estafar o dar gato por liebre al cliente, a ver si cuela.

- Crecer en tu trabajo a base del esfuerzo de tus subordinados y atribuirte los méritos.

Etcétera.

De cualquier manera, sigo sin entender cómo alguien en situación de poder puede justificar sus comportamiento como "si ellos lo hacen a gran escala, ¿por qué yo no, si lo hago a pequeña?"

Escuchaba esa excusa en primaria, pero en gente adulta me resulta vergonzoso.

Dice Luis del Pino que las personas no son ni dejan de ser corruptas, que depende de las circunstancias, y que es normal que la gente lo haga cuando tiene que sobrevivir.

Es curioso porque la gente más corrupta que conozco no es precisamente la que pasa por más dificultades y lo hace por necesidad...

Saludos.

Natalia said...

Tienes razón en lo que dices. Y, ¡ojo!, aunque tal vez lo pareciese, yo no estaba en absoluto (y, sinceramente, por lo que conozco a Luis del Pino, creo que él tampoco)justificando esa manera de actuar.
De hecho, la considero despreciable desde todos los puntos de vista.
Pero sí que es cierto, e incluso a mi alguna vez me ha ocurrido, que el hartazgo y la impotencia pueden hacernos pensar en acciones indignas de nosotros. La diferencia es que, mientras algunos las llevan a cabo, a otros nos puede más nuestra propia conciencia.
Y, volviendo a los políticos (y esto lo hago extensible a la Monarquía), a mi juicio la única justificación que podría encontrar a sus, por lo demás injustificados privilegios, es la ejemplaridad.
Si ésta no existe, apaga y vámonos.
¡Ah! Gracias por tomarte la molestia de contestarme tan extensamente.