Estoy hasta los cojones. Y ustedes perdonen el lenguaje pero ya lo comenté en "ver la paja en el ojo ajeno": estoy harto.
Leo un artículo sobre "el conflicto vasco" (para variar) en Orsai, una nueva revista "alternativa" y no voy a entrar en detalles, porque el tema ya aburre. Les resumo: Articulista (que no conocía) nacido ya en democracia. Revista bien maquetada. Uso correcto y moderado del lenguaje. Un aparente toque distinguido y neutral. Ahonden ahora en el artículo y convénzanme de la imparcialidad y rigurosidad del mismo, como aproximación al "problema vasco".
Explíquenme la imparcialidad de usar como premisa "si Euskadi fuera un Estado sería el tercero de Europa en economía, bienestar, etc...", por mucha licencia poética que se pida. Si Euskadi fuera un Estado, habría carecido de sus privilegios económicos forales, del cupo vasco, de las vacaciones fiscales vascas, y otras muchas triquiñuelas extremadamente injustas que lo han convertido en un privilegiado entre sus vecinos, junto con la mucho más astuta y discreta Navarra. Si queremos jugar al juego de "si Euskadi fuera un Estado" no lo comparemos con el resto del mundo; apliquemos las mismas del juego y comparémoslo con otros "posibles si fueran". Se me ocurren, por ejemplo, el estado de California o el propio Stanford. No se rían, Stanford no es sólo una universidad: tiene su censo, su policía, su hospital, y su código postal, entre otras cosas. Veríamos en qué posición quedaba Euskadi en el gracioso pero demagógico jueguecito de los "si fuera" que se olvidan de su propio contexto.
Explíquenme por qué se ofrecen testimonios personales y explícitos de sufrimiento de etarras confesando en la cárcel, mientras se omiten los de las víctimas de ETA. ¿Será porque la muerte es indolora? Y para los que quedaron vivos, qué vergüenza de memoria colectiva, ésta que ha olvidado a quién ha visto reventar la cabeza de un tiro a su padre, a los mutilados, a esas personas que apenas podían mantenerse en pie tras un larguísimo secuestro.
Explíquenme cómo se puede insultar a alguien de tal manera, insinuando que su opinión es de menos valor o no puede contar en el juego, porque al estar amenazado o extorsionado por ETA, no es neutral. En los testimonios de un colectivo que "lucha por la paz en Euskal Herria", y que mostró su desacuerdo con la ilegalización de Batasuna, no se atisba, sin embargo, ningún género de parcialidad.
Con qué seguridad habla el articulista que cree que basta con decir en público que el terrorismo y las muertes son malas para darse un aire mayor de credibilidad, seguridad e imparcialidad. Para, una vez conseguida esa licencia, acusar y generalizar sin pruebas a una parte, así como defender sin necesidad de argumentos a la otra. Para, como siempre, aplicar esa doble balanza que humaniza a unos y cosifica a otros, y convertirlo en Ley.
Lo más curioso del asunto es que el autor de ese artículo se las da de escéptico, de racional (no por este artículo en concreto, investíguenlo y entenderán lo que digo) cuando lo que hace es dar una gran patada en los cojones a la razón, a la lógica y al arte de la argumentación, convirtiendo sus opiniones en premisas y escondiendo debajo de la alfombra lo que no interesa. Por no hablar de lo espeso e inconexo de su texto, que en ocasiones me recuerdan al gran Punset, con sus mini-entrevistas incluidas. El texto, si se quiere, también puede verse como una estupenda colección de falacias lógicas y demagogia de manual que dejan en bragas a la descalificación ad hominem de este párrafo con la que tan a gusto me he quedado.
Ya puestos, vean ustedes este vídeo acerca del autor. Su blog está acertadamente titulado "mi mesa cojea". Porque, efectivamente, su mesa cojea. Al menos ahora sabemos de qué pata.
19 November 2011
Su mesa cojea
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