13 April 2012

Es una cuestión de actitud


Dice Fito Páez que es una cuestión de actitud, y estoy de acuerdo. ¿Por qué somos así? Tenemos una situación delicada, políticos y dirigentes ineficaces y pesimistas, y medios de comunicación poco informados y poco informativos. Es cierto.

Pero es que los que forman parte de "la alternativa" no son muy diferentes. Existe un círculo de blogs de periodistas que se hacen pasar por no periodistas, de políticos profesionales que ahora se hacen pasar por divulgadores, en fin, una suerte de aficionados y de opinadores en general que se han montado su propio chiringuito en Internet. Forman parte de la "oposición intelectual": ustedes y yo los conocemos porque sus análisis y opiniones son portada habitual en menéame, son compartidos en las redes sociales por la gente "sistemáticamente antisistema", y forman parte de "la nueva iglesia laica". Prefiero no dar nombres, pero seguro que ustedes ya saben quiénes son.

¿Qué es lo que los distingue de lo que ya tenemos? En el fondo nada. Algunos utilizan palabrotas malsonantes y descalificaciones constantes para captar la atención, otros hacen pequeños análisis muy superficiales en los que basar sus afirmaciones incontestables, y otros hasta prometen fórmulas para la felicidad. Pero el caso es que siguen realimentando (incluso amplificando) aquello a lo que critican.

No se fíen. De verdad, no se fíen. Cada vez que descubro a algún gurú que dice algo que parece mínimamente interesante o diferente a lo que dice el resto, aunque con matices algo dudosos, y tiene hordas de seguidores detrás, tiro de Internet para saber un poco más. El que no estudió ciencias políticas, estudió económicas, y el que no marketing. Algunos incluso escriben columnas en prensa tradicional para después ponerla a parir, o se dedican a descalificar constantemente a todos los políticos cuando ellos vivieron de lo mismo.

Son buenos en lo suyo porque saben lo que nos gusta, y lo que nos mueve. Generalmente el odio, la mala leche, el poner a parir a los demás y el pesimismo generalizado. Bien está que estas tácticas se empleen para que, con el punto justo de provocación, se nos intente llamar la atención sobre ciertos aspectos a ver si espabilamos, como hace Pérez-Reverte. Pero mal está que se nos presente un futuro negro que siempre es por culpa de los demás, de Zapatero, de Rajoy, o de la policía, nunca de los lectores de estos nuevos gurús, así que como no podemos enfrentarnos ni cambiar nada mejor nos compramos un iPhone, nos suscribimos a sus blogs y nos vamos a leerlo al bar, que eso sí es estar a la última.

A veces he llegado a pensar si no será todo parte de un complot para desviar la poca energía que le queda a una gente ya de por sí muy machacada, no vaya a ser que se ponga a formarse e informarse de verdad, a trabajar con ganas, o a encontrar algo con lo que disfruten construyendo en vez de destruyendo, y la gente deje de hacerles caso.

Sigo excelentes blogs, de gente que dice cosas más que sensatas, de gente con trayectoria larga y demostrada (profesión conocida y respetable, ganada a base de años), de gente que ha construido cosas que aportan algo (libros, clases...), y sus posts apenas tienen uno o dos comentarios. De repente, fulanito de tal sale de la nada, y emplea sarcasmo barato disparando a todo lo que se mueve (a todo lo que sabe conviene disparar en ese momento, mejor dicho), y se convierte en "la alternativa intelectual". Parte de "la manada", en terminología punsetiana, hasta los proponen para políticos, sin saber, los muy estúpidos, que algunos de ellos han sido profesionales de la política toda su vida, hasta con partido propio.

Mientras tanto, en la vida diaria nada cambia, salvo que cada vez hay menos dinero. A los jóvenes formados, conocedores de técnicas más que probadas en los países que sí marchan hacia adelante, que en vez de dedicarse a recrearse leyendo blogs de gurús lo que tienen es ganas de comerse el mundo, no se les deja entrar a sacudir la alfombra e intentar que esto cambie. Más bien se les invita a marcharse, no vaya a ser que esto cambie. Nuestras instituciones, empresas y sus esquemas son impenetrables.

Me contaban ayer, caso habitual en nuestro país, de una empresa en la que cuatro o cinco personas de la plantilla se marcharon hartas de un superior, por razones exactas que desconozco (pero intuyo relacionadas con su incompetencia y/o las formas de tratar al personal). ¿Solución? Apartar al superior "conflictivo" y colocarlo al frente de otro departamento menos "productivo", donde sus errores no afectaran tanto a la empresa. El despido del incompetente o dañino para el negocio no es una opción que se contemple en nuestro país, si este es jefe, por lo visto.

Me contaban ayer también, cómo en la universidad los sistemas en base a puntuación supuestamente objetivos hacen que un apersona sin tener un doctorado y sin una sola publicación de impacto, obtenga la puntuación máxima en "méritos de investigación" para un concurso de méritos a profesor. O de cómo a quien finaliza un doctorado a tiempo con su mísera beca se le invita a que se busque la vida una vez ha terminado, mientras al menos eficiente se le hace un (jugoso) contrato de investigador con dinero de proyectos que se puede prolongar ad infinitum, hasta que termine su tesis doctoral (o el dinero, lo que antes ocurra).

Es de necios seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes, dice la frase supuestamente atribuida a Einstein.

Pues eso. Sigamos empleando nuestros esfuerzos y medios en quejarnos, en aspirar a meternos a funcionarios, en mantener a los mediocres, en dejar que se marchen los mejores, y luego quejémonos de que la cosa no cambia. Ah, y sobre todo, culpemos a los demás, de manera cuanto más impersonal mejor. Ya que, como todo el mundo sabe, los concursos de méritos y los tribunales universitarios los controlan los políticos de Madrid, y a los jefes de nuestra empresa también.

Me ha salido un post un poco quejica, al estilo de los que critico. Es lo malo, que todo se pega.

Saludos.

1 comment:

Anonymous said...

¿Otra vez Pérez-Reverte? ¿No hay nadie más digno de ser citado positivamente?