05 December 2008

Los altos cargos (2)


Hace poco hablé algo sobre los altos cargos en el artículo "el nuevo principio de Peter":

... los altos cargos son humanos y, de la misma forma que el resto de trabajadores, también pueden ser vagos, incompetentes o cobardes. De hecho muchas veces lo son. Tanto o más que sus subordinados a los que tanto critican por falta de eficiencia. La única diferencia es que ellos tienen dónde ampararse porque no tienen que dar explicaciones. Cuando hay que darlas es cuando empiezan los problemas, porque no suelen tener que ver únicamente con perder el tiempo leyendo el periódico en el trabajo -que también-. Su pérdida de tiempo o incompetencia afectan enormemente a la economía de su entorno. Si un trabajador medio pierde el tiempo o es incompetente puede malgastar unos pequeños recursos (tiempo, luz, espacio físico...), pero difícilmente hará cargos a cuenta de la institución o empresa como comidas, cenas, gasolina, vuelos, noches de hotel o caprichos tecnológicos.

Hoy se publica en menéame la siguiente noticia: ¿Qué hacían los europarlamentarios en Bombay?.

Excelentes declaraciones de uno de ellos:

Y en cuanto a la sustancia del viaje, nuestro objetivo era doble: verificar cuáles son la preocupaciones de la India en las negociaciones en curso en la Organización Mundial de Comercio, y otro tanto en el acuerdo bilateral con Europa. En ambos se juegan mucho también las empresas y los consumidores españoles. El control parlamentario de estas negociaciones las hace más transparentes y democráticas, sacándolas de los cenáculos tecnócratas tanatas veces criticados. Por eso nos reunimos no sólo con negociadores, sino con sindicatos y ONGs de la India. Trabajo infantil, medio ambiente, servicios públicos, son algunas de las inquietudes de las que nos ocupamos. Finalmente, en cuanto al lujo de un hotel de 600 habitaciones, le puedo decir que el coste por habitación era el equivalente al de un hotel de calidad, no de lujo, de cualquier ciudad europea. No éramos excursionistas, y pretendíamos trabajar 14 ó 15 horas al día, como así hicimos en Delhi, pese al jet lag, a los vuelos y a la temperatura.

Declaraciones que reunen las premisas básicas de todo gerente/director/alto cargo pillado in fraganti tras haber tomado decisiones (en esta caso, viajes) por su cuenta o en petit comité donde todos acuerdan guardar silencio:
  • Siempre existe justificación.
  • Se utilizan palabras ambiguas, etéreas y vacías: dinamizar, gestionar, coordinar, evangelizar, bilateral, hoja de ruta... En este caso se muestra un excelente dominio del lenguaje: "El control parlamentario de estas negociaciones las hace más transparentes y democráticas, sacándolas de los cenáculos tecnócratas tanatas veces criticados". Cenáculo. Curiosa palabra.
  • La explicación se cae por su propio peso ante cualquier persona medianamente inteligente y con sentido común.

Pero lo más importante es utilizar el fundamental recurso que jamás debe faltar cuando no queda otra salida. Aludir a los sentimientos humanos más primarios para dar pena e inspirar compasión:
  • "Por eso nos reunimos no sólo con negociadores, sino con sindicatos y ONGs de la India. Trabajo infantil, medio ambiente, servicios públicos, son algunas de las inquietudes de las que nos ocupamos".
  • "No éramos excursionistas, y pretendíamos trabajar 14 ó 15 horas al día, como así hicimos en Delhi, pese al jet lag, a los vuelos y a la temperatura".
Lo que quieren insinuar pero no se atreven a decir directamente -jamás se atreven porque quedaría ridículo- es lo siguiente:
¡Ay de vosotros que no sabéis la suerte que tenéis!. Puestos de baja responsabilidad, trabajo de sólo 8 horas diarias en la misma ciudad donde vivís, sin tener que viajar, coger aviones ni soportar largas charlas con gente insoportable, cenas y cocktails. Y además, sólo os preocupáis de problemas mundanos y carentes de importancia. ¡Con lo que yo me sacrifico por vosotros y por el bien del mundo!. ¡Ojalá pudiera yo estar en vuestros puestos!.

Pero sin embargo, no están en esos puestos. Jamás. Y no ofrecerán cambiarlo por el tuyo ni por todo el oro del mundo, a pesar de insistir una y otra vez en lo desafortunados que son.

Toma nota amigo. Si vas para gerente no inviertas tu dinero -perdón, el de tus padres- ni pierdas el tiempo haciendo un MBA. Con un buen curso de oratoria (vacua) y los grandes (y numerosos) maestros gratuitos a disposición de todos no hace falta gastarse esa pasta.

¿De verdad quieres empezar a sacrificarte ya tan joven teniendo que ponerte traje, viajando a Dubai a hacer las prácticas, pasando frío en el velero de tu compi de máster, viajando por todos los continentes a ver cómo funciona la economía mundial -si tienes verdadera mala suerte hasta puedes encontrarte con una comisión de eurodiputados y tener que aceptar una cena- y, encima, pudiendo acabar con una epicondilitis en esos largos partidos de pádel?.

Piénsalo. La vida es dura y requiere sus sacrificios, como siempre te han enseñado desde bien pequeño. Luego no te quejes de que no te lo advirtieron.

Y ahora, ¿qué?


Es la gran pregunta. En el artículo anterior leíamos cómo Pérez-Reverte profetizó hace diez años de qué iba el cotarro y cómo acabaría la cosa. Pero no era el único; la gente medianamente inteligente se lo temía, aunque no quería reconocerlo por miedo o porque lo llamaran pesimista, agorero, etc.

Y mucho me temo que así se seguirá siendo siempre. Son cosas que pasan. La economía es cíclica, blablabla.

¿Qué pasará ahora?. La mayoría de nosotros no lo sabemos, pero pasará. Ellos nunca pierden, nunca lo han hecho a lo largo de la historia. Y no son tontos.

Posibles medidas en marcha para superar la crisis:

  • Sacar nuevas leyes que obliguen a un férreo control económico hacia el Estado y las empresas para que esto no vuelva a ocurrir. Detallar las competencias, requisitos y la estructura de dichos organismos de control. Necesidad de una burocracia y medios ingentes que el Estado no podrá asumir y necesitará subcontratar. Meses antes de que la ley entre en vigor existirán ya varias empresas gestoras constituidas encajando a la perfección con el perfil, generando miles de puestos de trabajo mecánicos y de baja responsabilidad que permitirán reducir los niveles de paro.
  • Convencer al personal de que el modelo anterior estaba equivocado. De que la concentracion en las ciudades, el estrés, el consumismo, no tienen sentido y hay que volver a la vida rural. De que los pueblos abandonados y expropiados en realidad eran la solución, pero esto tiene vuelta atrás. Cursos del INEM de "cómo superar el consumismo y volver a encontrarnos" o "¿cómo pude pagar 30 kilos por un cuarto sin ascensor en un barrio cutre?" impartidos en academias privadas subvencionadas. Estos cursos darán puntos para optar a las "ayudas para el retorno al medio rural", pudiendo disfrutar de una casa con un pequeño terreno en un secarral abandonado que antes nadie quería pero ahora cuesta lo que costaba el cuchitril de 40 metros en la ciudad.
  • Lo anterior puede estar ayudado por ex-empresas constructoras que pasarán a ser empresas "vertebradoras de la transformación verticohorizontal del territorio", demoliendo las viviendas excedentes para reconvertirlas en materiales de construcción reciclados de alto coste pero obligado uso en las nuevas viviendas rurales según el nuevo CTEP (Código Técnico de Edificación Postcapitalistaliberal).
  • La campaña "¿cómo pudo usar su coche durante tantos años, maldito egoista?" será la nueva de la DGT. Habrá subvenciones para la "ferrocarrilización paulatina del parque móvil español", donde darán vales-viaje por cada litro de gasolina adquirido en Carrefour -doble puntuación si es gasoil- para tener derecho preferente a no utilizar el coche en el futuro. En ese futuro cercano la empresa del automóvil se habrá reconvertido en empresa ferroviaria, volviendo a fabricar máquinas y vagones de tren con wifi y bluetooth con acceso directo a todo el repertorio de El Fary.
  • Ante el problema de exceso de carreteras y el problema de vallado del territorio, que impide la libre reproducción del lince ibérico -la impidió desde hace 40 años pero es ahora cuando hay que poner medidas-, no habrá otra opción que desmantelarlas para reconvertirlas en vías férreas, de las cuales se encargarán las ex-empresas que las construían.
  • Para poder circular por las pocas carreteras que queden será obligatorio, por ley, utilizar vehículos de "bajo índice de impacto de rodadura", con ruedas de un caucho especial hecho a partir de la mezcla a partes iguales de brea de autopista de peaje desmantelada de al menos 10 años de maceración + ladrillo molido con denominación de origen de Marbella. Cualquier otra fórmula deberá ser valorada por los organismos de gestión económica de nueva creación.
Por supuesto, todo eso será por nuestro bien y por el del planeta. Y será ahora.

Siempre ha sido cuestión de imaginación. Nos vemos en 10 años :)

04 December 2008

Los Amos del Mundo (Arturo Pérez-Reverte)


LOS AMOS DEL MUNDO
Arturo Pérez-Reverte


(Publicado en 'El Semanal' el 15 de noviembre de 1998).


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra
pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones
que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

¿Qué es la bolsa?


La gente y la bolsa

Curiosa pregunta que se hace mucha gente. Gente que no entiende qué es, cómo funciona y por qué tiene tanta importancia. O gente que cree que sabe cómo es y cómo funciona.

La gente humilde asume que es debido a su incapacidad para entenderla, a su falta de formación en economía, a que es demasiado complicada, a que es sólo para gente con traje o, más bien, para gente a la que le sobra el dinero. A pesar de que todo el mundo juega no suelen decidir arriesgar. Es simplemente algo que está ahí porque tiene que estar.

Otras personas creen que saben cómo funciona, depositan su confianza en determinadas empresas y apuestan -aunque lo llaman invertir- su dinero por ellas, jugando en bolsa. No tiene nada de malo cuando se aceptan las cosas tal y como son y la cosa se hace en el ámbito privado.

Los que forman parte del sistema

El problema surge cuando algunas de esas personas empiezan a formar parte de esa máquina enorme que es la bolsa.

¿Cómo?. Es fácil. Especulación y propaganda gratuita: se dedican a hacer sentir a los demás que son poco menos que imbéciles por confiar en las fórmulas tradicionales, esto es, en que no existen milagros o, como dice el refranero, que nadie da duros a cuatro pesetas. Pero ellos están por encima de eso y miran por encima del hombro a esa gente que no entiende del tema mientras visualizan en tiempo real y mediante un plug-in de su dispositivo móvil -importante detalle- la cotización de las empresas donde han invertido.

¿Qué es la bolsa?

Todo el mundo sabe la definición tradicional: "el mercado donde se compran y venden las acciones de las empresas", etc. Cuando uno empieza a ir más allá... ¿qué es una acción?, ¿cuánto vale?, ¿por qué?, ¿qué es lo que aporta valor a esa empresa y a esas acciones?, etc. es cuando empiezan los problemas porque nadie lo explica con claridad. Bien porque no lo sabe -la mayoría- bien porque no interesa.

Buscando por la red he encontrado un video (pongo el primero de la serie de 7) que lo explica de la forma más clara y sencilla que he visto nunca.

¿Es la bolsa una estafa piramidal?



Parte 2 y siguientes (en Youtube)

La bolsa y la economía

Todo esto podría resultar divertido si la bolsa fuera lo que debería: un juego arriesgado para gente que se aburre con su dinero. O para gente que quiere ganarlo sin dar un palo al agua.

El problema una vez más es que, desgraciadamente, la bolsa afecta a las personas. Incluso una pequeña variación en las antípodas afecta a empresa locales, a sus plantillas, al país, al paro, a la vivienda, a la economía doméstica...

En definitiva: a todo el mundo, hubiera querido jugar en bolsa o no, creyera que era una estafa o no.

Ése es el gran problema del tan debatido sistema actual. ¿De verdad queremos que nuestro futuro esté en manos de parámetros como la especulación y la picardía?.

Quizá sí. El trabajo, la constancia, la humildad, la sinceridad y el compromiso son de otra época. No son suficientemente cool.

28 November 2008

La crisis y el humor


Dos vídeos interesantes

A estas alturas todo el mundo los conoce, pero nunca viene mal volver a ver dos vídeos interesantes y en tono humorístico de lo que es la crisis. Probablemente algo simplificados en explicaciones, pero divertidos en ambos casos.

La teoría Ninja de Leopoldo Abadía:



The Last Laugh - Crisis subprime:



La desgraciada conclusión rápida es la que casi todos sabíamos pero no queríamos reconocer, quizá en nuestro propio beneficio: ¿Cómo se enriquece el ser humano de la manera más rápida y fácil?. Aportando un supuesto valor ficticio que no existe. Poniendo nombres rimbombantes a lo que por dentro es basura y vendiéndolo como la nueva maravilla, previamente maquillado y empaquetado en un precioso embalaje. Confundiendo al personal para que todo se mantenga como está mientras los cuatro de siempre sacan tajada.

La historia de siempre: engañar y aprovecharse de la pobre gente. De los inexpertos, de los jóvenes, de los ignorantes, de los indecisos, de los que se dejan llevar, de los que confían en los demás por principio...

¿Así que sólo se trataba de eso?. Menuda novedad.

Si los "expertos" no lo sabían, es lícito dudar de su "experiencia", de la economía como ciencia y demás pamplinas. Ahora y siempre.

Si lo sabían, es todavía peor.

Esperemos que, vídeos graciosos aparte, al menos nos sirva para aprender. A todos.

21 November 2008

Serendipias alimenticias


Nosotros alimentamos al mundo

Hace días que esta película documental se publicita en medios de comunicación y carteles de varias ciudades españolas. España es uno de los países protagonistas. Por su sinopsis promete ser cuanto menos interesante.

"Nosotros alimentamos al mundo nos informa sobre la producción de nuestra comida en un viaje a través de Francia, España, Rumanía, Suiza, Brasil y Austria. Es una película sobre la comida y la globalización, sobre los pescadores y los agricultores, los camioneros y los ejecutivos corporativos, la circulación de productos y del dinero. Una película sobre la escasez rodeada de la abundancia con imágenes que no se olvidarán fácilmente."

Veo un cartel publicitario que llena toda una parada de autobús. Su estreno fue el día 7 de noviembre, pone. Me decido a ir a verla en esa misma ciudad, de 200.000 habitantes y con varias multisalas de cine. La película no se proyecta en ninguna de ellas.

Serán cosas mías, así que lo olvido. Quizá ponía 7 de diciembre.

Días después vuelvo a ver el cartel publicitario en una ciudad de más de 500.000 habitantes con más salas de cine de las que la gente está dipuesta a llenar. Con salas específicas que proyectan películas de escasísimo impacto, absolutamente nada comerciales y que están vacías de lunes a viernes. Salas que proyectan películas orientales y del este en versión original. Allí se proyectaron también documentales famosos de Michael Moore en versión original. Y efectivamente se estrenaba el 7 de noviembre.

Busco y busco pero tampoco la encuentro. La película parece no existir. ¿Me estoy volviendo loco?.

Decido buscar en Internet y voilá. Según esos datos la película sólo se proyecta en cuatro ciudades españolas. Concretamente en Barcelona, Madrid, Málaga y Valencia.

En Bilbao se preestrenó el día 4 en el Coliseo Zubiarte gracias a Karma Films y Ecologistas en Acción. A día 21 de noviembre la película ya no se proyecta. ¿Se llegaría a estrenar?.

¿Alguien tiene una explicación para esto?. No le encuentro ningún sentido.

Preferiría no pensar mal, que la película deja a España en muy mal lugar, presiones de la industria, conspiraciones y ese tipo de cosas. Quizá tener conciencia no es bueno en tiempos de crisis. Quién sabe.


Por qué el negocio de la alimentación es malo para el planeta y la salud


Muy relacionado con este tema -y tras ver el trailer, seguro que con gran influencia en esta película- hace pocos meses leí el libro "Eat Your Heart Out: Why the Food Business is Bad for the Planet and Your Health".

Un libro que quería pasar a reseñar, pero que dejé pasar por pura pereza. Curiosamente ha salido a flote por si solo.

Un libro con incomodísima información acerca de la industria alimentaria. De dónde provienen realmente los alimentos, cómo afecta este negocio a gran escala a los habitantes de los países productores, a la emigración y a la tierra misma.

Pero, sobre todo, de cómo se ha manipulado históricamente el tema de la alimentación, nuestras necesidades y nuestra salud para vendernos lo que más conviene en cada momento. ¿Ya nos suena esta historia?. Seguro que sí.

Una auténtica joya de libro. Absolutamente imprescindible para quien no quiera "no saber". Eso sí, como casi siempre en inglés. He aquí su pequeña reseña.

"Why is it...That almost all the processed foods we eat contain the same handful of ingredients? That these handful of ingredients are produced by only a handful of multi-nationals? That some cereals contain more salt per serving than a packet of crisps? That served with milk, sugar and raisins, some cardboard packets have been said to be more nutritious than the cereal they contain? That there are half the number of dairy farms in the UK than there were 10 years ago? That over the same period the turnover of the top 20 global dairy corporations has increased by 60%? That over 60% of all processed foods in Britain contain soya? That the UK government's Committee on the Toxicity of Food judged that eating soya could have hormone-disrupting effects? That in 1970, a hundred grams of an average chicken contained less than 9 grams of fat, but today it contains nearly 23 grams of fat? That the amount of protein in that chicken has fallen by more than 30%? That children aged 4-14 in the UK get 16-17% of their daily calories from processed sugars? That the World Health Organisation's recommended limit is 10%? That industrialised farming uses 50 times more energy than traditional farming? That livestock farming creates greater carbon emissions than all of global transport put together? That some salmon farmers dye their fish? That sugar could be as bad for you as tobacco? That you might have been better off eating butter rather than margarine all along? That industrial processing removes much of the nutritional value of the food it produces? That by changing our diets we could reduce cancers by a third? That corporations are shaping our bodies, our minds and the future of the planet?

Eat Your Heart Out explains how big business took control of what we eat - and why so few of us even noticed. Crossing the globe in search of agribusiness's darkest secrets, Felicity Lawrence uncovers some startling facts and stomach-churning figures. Essential reading for anyone who cares about their health and our planet."

¿Serencipias alimenticias?

Volviendo al tema de la película, sigo sin entender a qué se debe una publicidad tan alta incluso a nivel local de una película en ciudades donde no se proyecta. ¿Quizá es mejor entretener al pueblo con bodrios nacionales que hacen sentir vergüenza ajena ante lo que uno creía actores respetables como Carmen Maura y Federico Luppi?.

¿Conspiración?, ¿ocultación de información?, ¿se acercan las navidades y no es apropiada su proyección para evitar herir sensibilidades y que no caiga el consumo todavía más?.

Es mejor no darle más vueltas. Ya la veremos cuando salga en DVD, si sale. Quizá todo ha sido una pura serendipia.

Al fin y al cabo son cosas que ocurren, como bien sabe el gran Wyoming:

29 October 2008

El nuevo principio de Peter


El nuevo principio de Peter

Acabo de leer un interesantísimo artículo titulado "El nuevo Principio de Peter", que desmiente y modifica el archiconocido "Principio de Peter".

Pone muy en duda que, en general, los altos cargos hayan sido personas muy competentes en sus cargos anteriores que simplemente han ascendido hasta un puesto que les queda "demasiado grande":

La naturaleza humana nos empuja al ascenso, pero también a ser felices y estar a gusto con el puesto que desempeñamos, por ello un humano competente es reacio a aceptar un puesto para el que es incompetente, sin embargo una persona incompetente intentará ascender a toda costa.

Como digo, un artículo interesante que hará levantar una sonrisa cómplice a más de uno.

Todos conocemos a personas que se han mantenido en puestos medios teniendo la posibilidad (incluso la semiobligación) de ascender. Suelen ser personas humildes, honestas, íntegras y buenos profesionales. Conocen sus capacidades, su trabajo y el de los demás. Lo valoran y lo respetan. Precisamente por eso no aceptan anteponer beneficios económicos personales arriesgándose a dejar de hacer algo en lo que son compententes, cuando además puede ir en perjuicio de los demás.

Las cualidades de las personas que han pasado a dirigir (gobiernos, ayuntamientos, empresas, departamentos...) muy rápido, ya no sólo sin la formación necesaria sino siquiera sin la más mínima noción de la realidad del sector, de sus compañeros y sus gentes, etc... son otras muy diferentes que no es preciso matizar.

Altos cargos, responsabilidad y capacidad

Lejos quedan los románticos tiempos en que el capitán era el último en abandonar el barco o el teniente el que velaba por la salud de todos sus soldados, asumiendo la responsabilidad y siendo consecuente con su puesto. Gente que había ascendido por puro mérito, curtida en batallas -reales y no imaginarias como las actuales-, resabida y moldeada por su propia experiencia. Gente que de verdad conocía y quería a su tropa, ganándose su respeto, no imponiéndolo. Eran diablos por ser viejos y no por diablos.

Es curioso como muchos altos cargos actuales son precisamente lo contrario. Diablos por ser diablos. Y de viejos, nada. Personas que desconocen su entorno y viven en un mundo de creación propia, justificando lo injustificable, hasta el punto de llegar a creérselo ellos mismos.

Creo que en España tenemos una gran falta de conocimiento acerca de los altos cargos. Y no hablo ya sólo de los escandalosos casos de la administración pública. Es indignante ver cómo aparecen cargos "de la nada" para justificar altos sueldos y muy poco trabajo en casi todas partes.

¿Sabéis que hay muchísimos cargos de gran responsabilidad que sólo requieren una dedicación a tiempo (muy) parcial sin ni siquiera vivir en el mismo país del puesto de trabajo?. ¿Sabéis que hay gente que compagina no sólo uno sino varios altos cargos junto a su profesión habitual?. Gerencias, cátedras, direcciones, asesorías... cualquier cosa que suene a grandilocuente y cuyo cometido sea inentendible incluso para personas de cierto nivel. De hecho casi siempre suelen ser los mismos los que andan ostentando este tipo de cargos, independientemente del sector. Mejor no preguntéis por las cifras salariales de esos cargos y menos por la suma de todas ellas. La justificación de esos desorbitados salarios -incluso para puestos a dedicación muy parcial- suele ser la responsabilidad y/o capacidad.

(Actualización: Como no podía ocurrir de otra forma, ser diputado del Congreso es sólo uno más de estos cargos volátiles con los que sumar salarios).

Basta preguntar a los subordinados para escuchar sus opiniones y dudas:
  • ¿Cómo es posible que alguien que no vive en el país, no conoce su cultura y ni siquiera comprende el idioma de sus trabajadores esté al cargo de su futuro?
  • ¿Cómo es posible que los empleados no hayan visto en persona a quien dirige su institución o negocio?
  • ¿Por qué los altos cargos siempre están en reuniones o de viaje cuando son requeridos por su personal?
  • ¿Por qué jamás tienen que rendir cuentas a nadie y dedican tan poco tiempo a los suyos?
Las respuesta es sencilla: los altos cargos son humanos y, de la misma forma que el resto de trabajadores, también pueden ser vagos, incompetentes o cobardes. De hecho muchas veces lo son. Tanto o más que sus subordinados a los que tanto critican por falta de eficiencia. La única diferencia es que ellos tienen dónde ampararse porque no tienen que dar explicaciones. Cuando hay que darlas es cuando empiezan los problemas, porque no suelen tener que ver únicamente con perder el tiempo leyendo el periódico en el trabajo -que también-. Su pérdida de tiempo o incompetencia afectan enormemente a la economía de su entorno. Si un trabajador medio pierde el tiempo o es incompetente puede malgastar unos pequeños recursos (tiempo, luz, espacio físico...), pero difícilmente hará cargos a cuenta de la institución o empresa como comidas, cenas, gasolina, vuelos, noches de hotel o caprichos tecnológicos.

El problema es que esto no sólo ocurre en empresas de miles de trabajadores ni en grandes administraciones públicas. Ocurre -y nos estamos malacostumbrando- en empresas, instituciones y centros de trabajo o investigación muy pequeños, incluso con menos de 50 empleados.

Las reuniones con los altos cargos pueden llegar a ser surrealistas y no suelen llevar a ninguna conclusión. Eso sí, suelen estar aderezadas con comidas o cenas de lujo nunca pagadas de sus bolsillos. En esas reuniones las decisiones se postponen o simplemente no se decide nada y se deja que las cosas vayan a su ritmo. La responsabilidad inmediata se disipa hasta las capas medias y bajas, que son las que tienen el conocimiento real y las que trabajan con los pies en la tierra y tomando sus propias decisiones día a día.

Y las cosas continúan a su ritmo mientras no ocurra nada especialmente relevante, siendo siempre relevante cuando afecta de alguna manera al terreno personal -léase bolsillo, poder, etc...- de los altos cargos. La cuestión es que, cuando eso ocurre, las medidas a tomar -salvo contadísimas excepciones- jamás son consecuentes con la supuesta responsabilidad que sus puestos ostentan. Los altos cargos nunca responden con su solvencia personal ni su patrimonio, con un recorte de su sueldo o medidas similares. Las medidas que estamos escuchando en estos tiempos de crisis hablan por si mismas: despidos y cierres en empresas, no responder del dinero existente en depósitos y fondos de los clientes en bancos y la solicitud de intervención y amparo del Estado, al que siempre acusaron de intervencionista. ¿Dónde está la responsabilidad de la que tanto se ostentaba y que justificada el desorbitado salario?.

En cuanto a la capacidad, debería ser un atributo relevante, pero habría que precisar algo más. Cuando las decisiones no se toman, quien debe no se moja, las cosas no avanzan... ¿para qué sirve esa capacidad?. ¿Capacidad de qué?. ¿Capacidad de mantener siempre las cosas como están y no asumir las responsabilidades inherentes al cargo?.

Los escándalos de la prensa no son sino los casos más escandalosos o curiosos, pero en absoluto los únicos. Los conocemos todos a nivel más pequeño: utilización de fondos o descuentos de la institución o empresa para beneficio propio: tecnología, viajes, coches (con sus extras), etc...

Mientras tanto, millones de euros siguen circulando alimentando los bolsillos de esos altos cargos, directa o indirectamente, porque el sueldo es sólo una parte -a veces pequeña- de los beneficios asociados al puesto. En unas ocasiones son pagados por todos y en otras ocasiones simplemente impiden que aumente la riqueza de la empresa o los bolsillos del resto de trabajadores.

No es de extrañar, por tanto, que sea célebre una cita que leí ahora no recuerdo dónde (editaré cuando la encuentre), que dice algo así como:
Los trabajadores incompetentes suelen acabar donde su mal trabajo puede hacer menos daño a la empresa: en la dirección.
Cuanto menos paradójico, ¿no?.

20 October 2008

El señor Ángel


El señor Ángel, un hombre trabajador -como se definía a casi todos los de su generación-, supera con creces los ochenta años. Últimamente se pregunta a menudo qué es eso de "la crisis" de la que tanto hablan. Quiere saber por qué no paran de hablar de ella todos los días en el parte -eso a lo que ahora llamaban telediario-.

No entiende qué es lo que pasa. No le han bajado la pensión, el autobús ha subido este año lo mismo de siempre y en el supermercado ha visto subidas mucho más escandalosas que la última. Incluso esta mañana ha visto sorprendido cuando se ha acercado a la gasolinera a comprar el periódico cómo la gasolina había bajado casi veinte céntimos el litro, volviendo a precios de hace un par de años. Aunque eso a él no le importa mucho porque no tiene dónde echar la gasolina. Él se cree en plenas facultades, pero la sociedad no opina lo mismo. Le han dicho que es demasiado viejo para conducir. Sin embargo, y aunque le duele el desembolso, no quiere resistirse a comprar el periódico todos los domingos.

Cuando volvía de la gasolinera se ha encontrado a unos vecinos. Le han contado que sus hijos se habían ido a cenar a un restaurante para celebrar que se van a ir de viaje al caribe. Lo necesitaban, estaban muy estresados y querían olvidarse de la crisis por unos días. El crío les lleva locos y encima la críada que les echa una mano no lo hace como debería. Le han enseñado cien veces que las patatas fritas les gustan cortadas en dados, no en estilo french fries. El señor Ángel saluda cordialmente sin haberse enterado muy bien de la historia y sube directo a casa.

Sus nietos acaban de llegar. Vienen de comprarse una consola muy rara. O al menos, así llaman ahora a la máquina de videojuegos. Le han dicho que tiene unos mandos que no llevan cable y no hacen más que agitarlos mientras se mueven unos muñecos en la tele. ¿Cómo diablos funcionará eso?. Les ha costado un buen rato enchufarla porque decían que no tenían euronosequé libres en el plasma. Al parecer sus nietos eran los únicos del barrio que no tenían todavía el susodicho juguete. Tampoco les gustaba demasiado en un principio, pero sus amigos no hacían más que hablar de ella, así que tenía que estar bien. Se han puesto a jugar un rato.

Al poco tiempo su nieta, ya aburrida, le enseña un neceser lleno de productos que acaba de comprar para ponerse guapa, aunque para él siempre lo ha sido, y mucho. Al parecer tenía que aprovechar la oportunidad. No tenía más remedio que ir hoy sin falta porque,si no perdía no sé que vale de descuento que caducaba. En el neceser hay una crema hidratante para darse antes de la ducha, otra para durante y otra para después. Era parte del "three-step shower revitalization program". En la etiqueta aseguraba dejar la piel un 32% más hidratada. Ni más, ni menos. No lograba entenderlo, pero su hija y sus nietas le aseguraban una y otra vez que era necesario. Que la ducha lejos de hidratar, resecaba. No estaba convencido, pero si todo el mundo lo decía sería por algo.

Al rato, comienza la hora de la cena en familia. Hoy toca hablar sobre los vecinos, para variar. Al parecer a Manolo, el que se marchó del barrio hace unos años porque se compró un chalet al poco de abrir la inmobiliaria donde colocó a su sobrino, no le iba tan bien. O eso decían. Porque su Mercedes seguía aparcado en doble fila delante del restaurante donde come a diario, aunque al parecer -según se cotilleaba en el barrio- ya no pide el menú especial. No están los tiempos para historias.

También hablaron de la señora Paquita. Parecía algo resentida. Hace unos años compró varios pisos viejos que ha estado reformando. Su sobrino conocía a unos rumanos que trabajaban muy bien, sábados y domingos incluidos. Parece que ahora Paquita tenía dificultades para venderlos. "¿Qué le pasa a la gente?" - le preguntaba a menudo al señor Ángel cuando se encontraban dando algún paseo. "Un segundo piso con las escaleras bien arregladas, en un barrio estupendo y con suelo de parquet. Y tiene dos habitaciones." - describía con precisión. "¿Qué más quieren?. Si casi lo estoy regalando. Desde luego, para los diez millones que saqué con el anterior no merece la pena el esfuerzo. Que ya tenemos una edad, ¿verdad señor Ángel?" - comentaba malhumorada.

El señor Ángel revisaba a menudo los 528,55€ que su país había establecido como justo pago a una vida de trabajo. No le daban para mucho, pero todavía le permitían comprar el periódico los domingos. A veces escuchaba a sus nietos quejarse de que eran mileuristas, pero nunca quiso saber lo que significaba. Él seguía haciendo las cuentas en pesetas.

Algunas cosas habían cambiado tanto... Pero otras no. Las fundamentales no. El señor Ángel siempre vio lo mismo. Cuando, con menos de dieciocho años, tuvo que dejar de trabajar -interrumpir su carrera profesional, decían ahora- para ir a la guerra, lo convencieron de que las cosas eran así. Tras la guerra todo fue duro, había que remontar el desastre, no quedaba otra que trabajar hasta más no poder. No era él el único que necesitaba tener dos trabajos, de lunes a domingo al mediodía para mantener a los suyos.

Primero fueron unos, luego fueron otros, pero siempre fueron los mismos. Sus edades andaban comprendidas entre los treinta y los cincuenta años -lustro arriba, lustro abajo-, eran las élites sociales. Llevaban traje y vivían bien. Casi siempre sonreían. Siempre tenían explicación para todo y sabían cómo tenían que hacerse las cosas. Los jóvenes no tenían nada que decir y sus propuestas eran meras ilusiones irrealizables. Los mayores eran demasiado viejos y ya nadie quería escuchar sus historias. Ya cansados, tampoco tenían ganas de insistir.

A Ángel lo de la crisis le sonaba a cuento chino. Lo había visto otras veces. En cuanto las élites no estaban satisfechas con sus negocios o simplemente se aburrían, necesitaban un cambio de sistema o de modelo. Él nunca se aburrió en más de ocho décadas, ni siquiera en las eternas horas que pasó despiojándose o cazando ratas para matar el rato en la trinchera.

¿Cómo la gente no se daba cuenta?. Lo habían hecho siempre. Infundaban miedo para manejar a la sociedad. Que si vendrán los rojos y acabarán con nosotros, que si los terroristas nos fulminarán, que si hay que comprar casa antes de que sea imposible...

Ahora era la crisis la que iba a acabar con la sociedad, así, de repente, de un mes para otro. El país debía salvar a los más afectados, a esos constructores con pisos a medio construir que ya nadie quería y, sobre todo, a los bancos. El señor Ángel no podía entender cómo a obtener menos beneficios de los esperados lo llamaban ahora pérdidas. Pero al fin y al cabo no tenía estudios y nunca se le dieron del todo bien las matemáticas, así que alguna explicación habría.

Los ayuntamientos comenzaban a comprar viviendas que no se vendían para transformalas en VPOs, el Estado comenzaba a inyectar activos a las entidades financieras. Al parecer los bancos del otro lado del Atlántico habían tenido algún que otro problema con algo tóxico, así que una inyección parecía la mejor solución para que no se contagiaran los bancos de aquí, donde los españoles tenían su dinero.

Las noticias eran diarias y el Gobierno transmitía confianza y tranquilidad. Por lo visto, antes se reían de nosotros, pero ahora éramos un modelo a seguir en temas financieros. El señor Ángel siempre pensó que Mario Conde no podía ser tonto.

Pero pasaban los días, miraba a su alrededor y seguía sin entender nada. Lo curioso es que los demás tampoco lo hacían. Nadie que él conociera. Sólo algunos que vestían de traje y salían en las tertulias de la televisión parecían comprender algo, pero apostaban entre ellos a ver cómo sería el futuro, así que tampoco lo debían de tener tan claro. Pero si lo decían en la uno, por algo sería.

Intentó relajarse y puso la tele. Echaban algo del corazón y había una señorita joven con unos tics extraños dando explicaciones, algo sulfurada. Por lo visto andaba muy preocupada porque su marido pegó y dejó en coma sin querer a un tercero -decían que era profesor- que, en pleno malentendido, se metió donde no debía.

Su marido estaba arrepentido y ella estaba sufriendo mucho. Tanto que estaba de baja por depresión desde hacía meses. No era capaz de trabajar. No estaba suficientemente estable como para poder vender vestidos de novia, su trabajo habitual. Sufría mucho y lo estaba pasando muy, muy mal. No sabía cuándo podría volver a trabajar y enfrentarse a esas duras condiciones, explicaba a toda España ante cinco cámaras de televisión y seis interlocutores que la ponían a prueba en cada pregunta. Y al parecer le pagaban por ello, porque ella justificaba su necesidad de acudir al programa para recaudar dinero para los abogados.

El señor Ángel creía que no se podía trabajar estando de baja. Pero quizá era en sus tiempos. Además, tampoco sabía muy bien lo que era la depresión porque nunca la había cogido, pero debía de ser mala, mala. Se debía de contagiar rápido, porque ya había oido de muchos casos, sobre todo en gente joven y de mediana edad. Era raro porque él creía que los viejos como él eran los más propensos a enfermar.

Ya era tarde, así que el señor Ángel decidió acostarse. Había pasado un día más y, lejos de entender más y por mucho que se esforzaba, cada vez entendía menos. Pero bueno, él era viejo. Era normal no entender las cosas a su edad, y más en estos tiempos de crisis.

Al fin y al cabo, mañana sería otro día. Y ya le faltaba un día menos para ir a comprar el periódico.

07 October 2008

¿Qué se puede aprender de la crisis?


Mucha gente lo veía venir. Una sociedad basada en el consumo y el egocentrismo más exagerado no puede crecer indefinidamente. Al parecer algo está pasando en estos momentos, aunque nadie sabe muy bien el qué ni por qué, pero han decidido llamarlo "crisis". Hasta qué punto es real o imaginaria no importa: si se habla de ella continuamente se convierte en real. Y últimamente no se habla de otra cosa.

Sea como fuere, no es éste el tema del que quería hablar. Quería hablar de la crisis como punto de partida para la reflexión y el cambio. Los precios aumentan, los salarios se estancan (curioso eufemismo que significa bajada de sueldo cuando no se sube ni el IPC) pero las necesidades se mantienen (si no aumentan).

¿Qué podemos hacer?. Quizá seguir quejándonos de todo no es la mejor solución.

Simplificar

En primer lugar y lo más sensato para empezar a atajar la crisis sea simplificar: despojarnos o minimizar las necesidades creadas que abundan a nuestro alrededor. La mayoría de las veces son la pereza o el miedo los que nos hacen seguir pagando servicios inútiles o injustificablemente caros.

Es interesante prescindir de aquello que no necesitamos, especialmente si supone una cuota mensual.

  • ¿De verdad utilizas el teléfono fijo?. Las compañías de Internet nos venden la tarifa plana en llamadas nacionales como un gran ahorro. Sin embargo, no es sino una excusa para subirnos el precio de Internet. Plantéate cuánto llamas desde el fijo y a dónde y haz las cuentas. Salvo que no tengas otra cosa que hacer que llamar por teléfono, es dificil que amortices la tarifa plana de llamadas.
  • ¿Tienes miedo a cambiar de compañía de móvil?. ¿Todavía sigues con operadores que te dicén cuándo y a qué compañías tienes que llamar?. Simplifica. Hace tiempo que existen compañías que cobran a un único precio independientemente de cuándo y a quién llames. Sorprendentemente el precio de estas compañías es incluso más barato que en el antiguo tramo horario superbarato de las compañías de siempre. ¿De verdad crees que no tendrás cobertura y otras leyendas urbanas similares?. Y si no te fías del todo, cómprate un prepago y prueba. ¿Qué tienes que perder?. ¿Quizá firmaste un contrato a cambio de un móvil nuevo u otra promoción que todavía tienes que amortizar?.
  • ¿Cuánto utilizas Internet?. En un país que sigue empeñado en aumentar el ancho de banda "gratuitamente" como excusa para no bajar jamás los precios de Internet, hay que tomar medidas. Afortunadamente la mayoría disponemos de Internet en nuestros trabajos, centros de estudio, bibliotecas, etc... que podemos utilizar. ¿Es sensato pagar 50€ al mes por conectarse a Internet desde casa?. No, pero nos consolamos fácilmente porque es muy fácil amortizarlo bajándose películas, música, etc... que jamás tendremos tiempo material de ver y que en el videoclub de la esquina están a 2€.
  • ¿Qué ventajas tiene tu banco habitual?. Llevas en el mismo banco toda la vida. Desde que te abrieron una cuenta corriente en tu primera comunión. Al entrar a cualquiera de las 300 oficinas de tu ciudad la primera pregunta que te hacen es "disculpe, ¿es esta su oficina?". En caso contrario no podrás realizar la mayoría de los trámites. Te cobran comisión por cada transferencia, por cada tarjeta, por cada vez que viajas y no encuentras un cajero de la entidad. Para mejorar lo presente, su horario de apertura es la mitad que tu jornada laboral, donde tienes que pedir permiso para salir a realizar los trámites. Posteriormente te toca amenazar con que te marchas para que te quiten las pequeñas comisiones y así contárselo a los amigos que no disponen de ese tiempo o no tienen voluntad de hacerlo. ¿De verdad crees que todos los bancos son así?.
  • ¿De verdad necesitas tantas cuentas, cartillas y tarjetas de crédito?. Existen bancos con productos interesantes y sencillos. Una única tarjeta que se comporta como una de crédito en las compras y que da a elegir la posibilidad de sacar dinero a débito o crédito en una extensa y conocida red de cajeros compartida por muchas entidades. De esa forma te basta con una única tarjeta para comprar en establecimientos, por internet, hacer reservas y sacar dinero. ¿Para qué es necesario más?.
Así podríamos seguir hasta el infinito. Actualmente el mercado ofrece una competencia interesante que debemos aprovechar. Obviamente no es cuestión de analizar toda y cada una de las opciones pero sí es intresante que no sea la pereza o el miedo infundado quienes nos mantengan atados a una serie de servicios que no necesitamos o que están completamente desfasados y sólo se mantienen a base de clientes como nosotros.

Clientes que tenemos que estar buscando constantemente de manera artificial cómo amortizar cada uno de los servicios por los que pagamos religiosamente.

Simplifiquemos. Nuestra economía (y sobre todo nuestra cabeza) lo agradecerá. Elimina una cosa y verás como sigues viviendo igual que antes. Así sucesivamente hasta que encuentres tu equilibrio.

Informarse, tener criterio y compartir

Estrechamente unida a la idea de simplificar está la tarea de informarse con criterio y preguntar a los además. Si compartimos nuestras ideas con los demás y viceversa y las despojamos de los tópicos infundados, llevamos mucho trabajo ganado.

La cuestión es que tenemos demasiada vergüenza a las eternas comparaciones con los demás. No queremos hablar de cosas íntimas ni relacionadas con el dinero por si el vecino tiene condiciones más ventajosas que nosotros. O por si las tiene peores y, gracias a nosotros, las mejora.

Con el tema de los servicios siempre nos estamos quejando, muchas veces con razón. Todo es excesivamente caro, a veces hasta injustificable. Un amigo me comentaba cómo una vacuna para determinada enfermedad animal que cuesta a la empresa 0,90€ la unidad y se pone en un minuto se factura a 25€. Es sólo un ejemplo, pues los conocemos en todos los ámbitos: el taller, el dentista, la academia, el párking, el fontanero, el pintor, etc...

Cuantas menos ganas de aprender y menos atrevimiento tengamos, más tendremos que pagar por los servicios que necesitemos. Si cuando eras pequeño nada se te ponía por delante, si has sido capaz de terminar una carrera universitaria... ¿por qué ahora no te atreves a pintar la casa?, ¿por qué no cambias el grifo tú mismo?. ¿Llamas al electricista para cambiar un enchufe?. ¿Te parece imposible colocar una canalera?. ¿De verdad crees que cambiar una ventana o hacerte una con ladrillos de pavés es tarea de expertos?.

Y si tú sólo no sabes o no te atreves, anímate con tus amigos o tu familia. Seguro que alguien, o entre todos, hacéis casi todo lo que os propongáis y demás pasaréis un buen rato. Y si la tarea es complicada, ¿de verdad no tienes ningún amigo que te pueda hacer precio especial o al que puedas devolverle el favor?.

Cuanto más sepas, más ganas tengas y más sana y variada sea tu red de amigos, menos servicios externos necesitarás y más te ahorrarás si los necesitas.

Espera, quizá es el problema. ¿No tienes tiempo?. ¿No tienes amigos?. ¿Tus amigos no tienen tiempo?.

La crisis es un buen momento para reflexionar.

19 September 2008

Cuando los usuarios prueban el firmware. El fiasco de InOutTV y el Siemens M665T


Actualización (febrero 2009): InOutTV hace caso a las quejas de sus usuarios e inicia el programa de betatesters. ¿Demasiado tarde?.


Las pruebas de Software

Todo el que conoce un poco cómo funciona el desarrollo de software sabe que las pruebas de software son uno de los pilares básicos y, desgraciadamente, más descuidados de todo el desarrollo.

Estas pruebas comienzan desde la propia concepción del software, se desarrollan durante la programación y son efectuadas finalmente por gente independiente, que se encarga de probar el producto a fondo tal y como lo haría un usuario, o incluso peor. A éste se le llama departamento de QA en los ambientes más cool, si bien no deja de ser el departamento de calidad o de pruebas de toda la vida.

El grado de implantación y calidad de todo este proceso es variable en las empresas. A los programadores el tema de las pruebas unitarias les puede sonar a chino o pueden ser expertos. El departamento de calidad puede ser "Manolo" o puede, simplemente no existir. A los directivos les puede parecer estupendo que todo esté probado o les puede dar igual si con eso se adelanta el lanzamiento. Todo esto se ve reflejado finalmente en la calidad del software.


Cuando los usuarios prueban el producto

El tema de las pruebas de software es complejo, muy complejo, más cuanto más variopinto es el entorno sobre el que se desarrolla la aplicación. No es lo mismo desarrollar sobre un producto cuyo hardware y software de base controlas al cien por cien, que desarrollar algo que sea capaz de funcionar en cualquier PC con Windows, por poner un ejemplo.

En éstas y otras ocasiones una buena manera de realizar las pruebas finales es ofrecer a los usuarios que prueben el producto antes de lanzarlo masivamente. A ésto se le suele llamar beta testing o, en determinadas ocasiones, retos (cuando se trata de productos de seguridad, etc...). Durante varios meses los usuarios prueban el producto o se enfrentan al reto propuesto de manera gratuita. De hecho generalmente se ofrecen una serie de suculentos beneficios para ellos (el regalo del producto, descuentos o incluso una gran recompensa), normalmente en proporción a su labor. Al fin y al cabo los usuarios están trabajando para la empresa que lo ha puesto a su disposición, ahorrándoles a ellos probar el producto del que luego se beneficiarán.


Software vs Firmware


Como se ha comentado, el proceso de probar el producto depende enormemente del control que se tenga sobre la plataforma destino. Hoy día prácticamente todo aparato electrónico dispone de un microprocesador y algo de software para controlarlo. A este pequeño software que reside dentro del dispositivo y que no tiene sentido fuera de él se le llama firmware. Lo llevan las cámaras fotográficas, los reproductores de mp3, nuestro coche y hasta determinados microondas.

La principal diferencia a nivel de usuario entre software y firmware es que, mientras el primero estamos acostumbrados a que pueda fallar sin demasiado perjuicio, el segundo jamás debería hacerlo. Imaginemos desde el caso más extremo (que el ABS de nuestro coche falle) hasta el aparentemente más inocuo (se nos borran todas las fotos de nuestra cámara). Un auténtico fiasco, en cualquier caso.

No estamos acostumbrados, ni debemos acostumbrarnos, a que esto ocurra en software (firmware) de aparatos de consumo. El resultado sería lavadoras que estropean la ropa, coches con control de tracción que se salen en las curvas, microondas que fríen nuestros productos o cámaras de fotos que no borran fotos comprometidas a pesar de que le dimos al botón de "borrar". Comportamientos totalmente inesperados que nos pillan a traición.

Estas cosas ocurren, por supuesto, pero en muy pocas ocasiones y, cuando lo hacen, suelen ser titulares de webs del sector y suelen corregirse rápidamente. En caso contrario la empresa se arriesga a una pésima fama o incluso a su ruina.

Es por ello que la calidad del firmware suele ser muchísimo más alta que la del software general. En primer lugar porque el entorno está totalmente controlado: la empresa dispone y vende unidades exactamente iguales. En segundo: porque el producto está hecho para gente de la calle, que no tiene por qué estar familiarizada con el software o los ordenadores.

Hasta nuestros abuelos son capaces de utilizar un vídeo o un teléfono móvil sencillo. El firmware no puede fallar.


InOutTV y el Siemens M665T

Hace más de un año la empresa InOutTV presentó un novedoso producto (novedoso en nuestro país, ya habitual en otros). El Siemens M665T, un sintonizador de TDT con disco duro integrado y una guía de televisión propia que permitía, entre otras cosas, grabar series semanales o diarias pulsando sólo un botón y un largo etcétera de beneficios que podéis ver en su publicidad. Un invento que ya ofrecen como servicio remoto compañías de televisión si investigamos un poco, por cierto. La guía de programación es de pago, ofreciéndose de manera gratuita por un periodo inicial de tiempo. Al preguntar a la empresa por el futuro, no se sabe cuándo dejará de ser gratuita ni cuánto costará el servicio.

La cuestión es que prometía ser un aparato tremendamente sencillo. Incluso alguien que no supiera programar un vídeo por su complejidad sería capaz de grabar todos los capítulos de una serie seleccionándola en la guía visual y marcándola como "grabar siempre".

El aparato tiene un formato similar a un reproductor de DVD y, como digo, promete una tremenda facilidad de uso, su verdadero fuerte. Interiormente intuyo que utiliza alguna minidistribución de linux o similar para realizar todas sus funciones. Cosa que, como usuario, no debería importarme en absoluto.


Un hardware regular, un firmware muy verde


Basta con buscar información sobre el aparato en Internet o ser o hablar con uno de los propietarios del producto para comprobar los problemas que adolece.

Empezando por el hardware, se observa una calidad muy mejorable de todos los componentes. Una fuente de alimentación que genera un fuerte pitido, un disco duro que hace demasiado ruido, una elevadísima temperatura de funcionamiento y un mando a distancia con el que hay que apuntar al milímetro para que el aparato reaccione ya ponen los pelos de punta en los primeros instantes de uso.

Bastante gente ha informado de bloqueos y muerte súbita de su aparato, más acusada recientemente tras una nueva versión del firmware que hace imposible poner el aparato en modo standby (con el disco duro apagado) y que genera tanto ruido y calor que hay gente que ha tenido que retirarlo de su dormitorio. Incluso muchos de los que lo tienen en el salón no conciben un disco duro funcionando 24/7 con su ruido, su calor y su derroche de energía y optan por desconectarlo a mano por la noche.

Pero, sin duda alguna, el auténtico fiasco de este equipo es su firmware (que se actualiza automáticamente vía TDT). Algún día llegará a ser un sofware maduro, pero actualmente no lo es. Lleva más de un año a la venta, con nada menos que diez versiones en 18 meses. Basta acudir a su información de las revisiones para comprobar cómo, versión a versión, se han dedicado a corregir fallos de lo más básico.

Cosas tan aparentes y fáciles de probar como que el display LCD donde se muestra la hora desaparecía, reaparecían grabaciones una vez borradas, grabaciones que no se realizaban y un larguísimo etcétera han tenido que corregirse versión tras version.

Repito: 10 versiones en 18 meses corrigiendo las funcionalidades más básicas en un aparato con hardware y software cerrado dan una idea de las pruebas a las que ha sido sometido.


Una comunidad decepcionada


La parte buena del asunto es que las correcciones se han ido efectuando, lo cual indica una voluntad por parte de la empresa de que las cosas mejoren, aunque todavía dista bastante de ser un aparato sin fallos. La parte mala es que apenas nadie desde que compró el aparato ha podido disfrutar de las características por las que pagó: aparte de los errores aparentemente menos importantes, mucha gente ha sufrido la ingrata experiencia de perderse el último capítulo de una serie programada para grabar siempre porque ese día o esa semana le dio al aparato por no grabarla, grabar sólo un trozo o grabarla sin audio.

Y la cosa no queda ahí. Los fallos afectan incluso sólo viendo la televisión: reinicios del aparato, bloqueos y un largo etcétera que hacen desistir de su utilización.

Pero lo más triste de todo esto es que estos fallos no han sido detectados por la empresa y sus pruebas. La mayor parte de los errores han sido detectados y comunicados al servicio de atención al cliente por los propios usuarios bien directamente o bien a través de las quejas vertidas en un foro. Sin programa de beta testing, sin descuentos, sin regalos, sin ningún beneficio extra ni aviso previo.

En ese mismo foro los usuarios comparten sus pesares y comprueban, una y otra vez, cómo no son tontos ni inútiles, cómo no tienen mala señal de TDT, cómo no se ha vuelto loco únicamente su aparato, sino cómo cada nueva versión de firmware hace enfurecer al personal por haber introducido nuevos errores o haber cambiado el comportamiento del aparato. Por haber introducido nuevas funcionalidades (butaca TV, por ejemplo) sin haberlas probado primero.

La empresa considera esta práctica "normal" y no reembolsa el importe del aparato a los usuarios insatisfechos con un producto que falla más que una escopeta de feria. Considera que los fallos del firmware no son responsabilidad suya. Son cosas que "ocurren" y ellos corrigen con buena voluntad pero de las que parecen no ser responsables.

Cualquier queja la achacan a la unidad, que cambian si está en garantía. Cosa que de nada sirve, obviamente, puesto que los errores son manifiestamente del firmware, como puede comprobarse a los pocos días en cuanto reaparecen en la nueva unidad. La empresa sí ofrece, sin embargo, un irrisorio periodo de prueba de 7 días con el que no da tiempo ni a comprobar la correcta grabación de una serie semanal.

Toda esta información, la desesperación de la gente y todos los fallos de este aparato pueden leerse en detalle acudiendo a las siguientes direcciones:
InOutTV ha hecho una apuesta arriesgada: ofrecer un producto con un firmware totalmente inmaduro e ir puliéndolo a base de las quejas constantes de sus usuarios.

Algo que, como comentan algunos usuarios, es habitual en software libre ofrecido sin cargo alguno (ofrecer un producto por buena voluntad e ir puliéndolo a base de las pruebas y sugerencias de una comunidad), no tiene sentido que lo sea aquí. En este caso se trata de un firmware propietario, de pago y embebido en un aparato doméstico de fácil utilización y uso diario. Un refrito que no podía dar otro resultado: un aparato que funciona cuando quiere y una muchedumbre desesperada que, si ha podido disfrutar de su producto, ha sido sólo a temporadas y con resultado irregular. Con un elevado número de gente que se ha sentido estafada y ha terminado vendiendo, regalando o usando el aparato sólo para ver la televisión.

No siempre la culpa es del usuario. A veces, muchas, es culpa de un software mal hecho. La cuestión es que, si bien estamos malacostumbrados a trabajar con software que funciona mal en nuestros ordenadores, la gente no perdona que el aparato con el que ve la televisión y graba sus series favoritas falle, se bloquee o se muera cuando le viene en gana.

Más todavía, la gente no quiere, y no debe, saber qué son las versiones de firmware, cómo se resetea un aparato a la configuración de fábrica o cómo se formatea el disco duro. Hasta ahí podíamos llegar: extender los eternos y farragosos problemas de la informática generalista a nuestros aparatos domésticos. Los usuarios nunca van a tragar con eso.

Sin embargo puede decirse que InOutTV ha sacado el primer firmware emocional: cualquiera que compre este aparato va a sentir inmediatamente un cabreo tremendo, unido a una sensación de imbécil integral, que sólo podrá paliar compartiendo sus angustias con el resto de usuarios en los mencionados foros.

Ahora ya sabes por qué no habías oido hablar de este producto que lleva en el mercado más de un año y que, en su concepción, es tremendamente interesante y un buen candidato a ser número uno en ventas.

Parece que la propia empresa ni siquiera se atreve a publicitarlo como es debido. ¿Por qué será?.

17 September 2008

Las listas de pisos de alquiler: negocios que ¿rozan? la ilegalidad


Aviso a gente que busca alquiler.

Seguro que habéis encontrado un anuncio supuestamente particular que ofrece un piso en el centro de una gran ciudad, enorme y en perfecto estado por un precio de risa. Al llamar contesta alguien que dice no ser una agencia, pero tampoco queda claro que sea un particular. Se trata de algo parecido a un intermediario. La cosa ya pinta regular.

La cita es en unas oficinas y no en el supuesto lugar donde se encuentra el piso que querías ver. Te fijas que en sus oficinas figura un logotipo con un nombre de tinte institucional (Central de la Vivienda, Central de Propietarios...) para inspirar confianza.

Una vez dentro hacen pagar por adelantado una cantidad (en torno a 200€) para facilitarte una lista de pisos. Una información de la que supuestamente no dispone nadie y de la que te arrepentirás si no compras. Se aprovechan de que eres joven, inmigrante, de que alquilas por primera vez y te vejan con una agresiva presión comercial que roza el atraco ("si no encuentras nada con nosotros jamás lo harás, etc...") para que, por tu propia buena voluntad, vergüenza o indecisión, unida a una gran dosis de presión, seas incapaz de decir "no" y firmas un contrato que te obliga a pagar esos 200€. Todo esto se hace muy rápido, en caliente. En menos de 1 minuto ya has firmado.

Personalmente no conozco a nadie que haya encontrado ninguna ganga gracias a la supuesta lista, nada barata, pero sí conozco a quien no ha vuelto a ver sus 200€ y conozco casos de denuncias de que los anuncios eran falsos, los teléfonos y supuesto particulares estaban siempre ilocalizables, etc. Y no soy sólo yo.

Mucha gente sospechaba de este tipo de negocios y afortunadamente parece que en algunos lugares la ley ha hecho lo que ha podido, como ha sido el caso de Aragón donde la UCA denunció a la Central de Propietarios de Aragón por publicidad engañosa. También en Cataluña la Generalitat sancionó a la empresa Sanforven, SL por el mismo motivo.

¿Qué efectividad tienen estas medidas?. Acudiendo a antiguas direcciones de la primera de ellas en Segundamano.es (http://www.segundamano.es/centralpropietariosaragon) o en Enalquiler.com (http://www.enalquiler.com/microsite/pisos-en-alquiler-por-central-de-propietarios_86.html) encontramos un curioso "Centro de Alquileres Particulares" con oficinas en el mismo lugar y con el mismo número de teléfono que la empresa denunciada. Que cada uno juzgue por sí mismo. Buscando un poco más, incluso en 2003 operaba la misma empresa, llamada entonces "Central de Anuncios de Propietarios de Bienes Inmuebles de Aragón".

Como siempre nos recuerdan, ninguna inmobiliaria exige dinero por enseñar los pisos y sólo cobran sus honorarios una vez formalizado el contrato de alquiler.

Suerte.

Actualización (Septiembre 2013): A día de hoy se llama Central de Anuncios de Propietarios de Aragón y sigue operando impunemente en su sede de siempre en Zaragoza: Paseo Independencia 14, teléfono 976228331.

11 August 2008

¿De qué hablamos los jóvenes? - Lo económico


Mucha gente me tilda de exagerado cuando les digo que me preocupa de qué hablamos los jóvenes que rondamos la treintena hoy día. ¿Acaso no es un reflejo de nuestros pensamientos?. ¿No se trata realmente de algo trascendente y no sólo de pura anécdota?.

Me cuentan que en otros tiempos se hablaba de los derechos, la libertad, las ideas, la ilusión y el futuro. Quizá fue así realmente o quizá no, pero desde luego quedan muy lejos de los temas que preocupan a los jóvenes ahora mismo. Es lógico, los tiempos cambian pero... ¿qué nos queda ahora?.

Lo económico

¿Siempre ha sido un tema tan importante o realmente todo se ha mercantilizado en exceso?. Me explico. Lo que antes constituía el ámbito privado de las personas y carecía de excesiva importancia o pasaba a un segundo plano entre las amistades ahora se ha convertido en el tema de conversación número uno. ¿O realmente el tema económico es inherente al mundo adulto?. Me preocupa que en cuanto alguien menciona un cambio en su vida, la mayoría como tema de conversación sin más y para informar a gente que le importa, comienzan la extracción de información y las comparaciones (ver el artículo "La amistad").

Pongamos por ejemplo el trabajo. Si has cambiado de empleo sólo ha de ser por lo económico o por el ansiado funcionariado, una especie de lotería o jubilación anticipada a la que todo español aspira independientemente de la ocupación de la plaza. No tardará en surgir la gran pregunta. En ocasiones de una manera tan descarada como "¿cuánto te pagan?", algo que ha pasado de ser tabú a trivializarse hasta el ridículo. Una pregunta siempre incómoda pero más aún cuando para ti carece de toda importancia la posición económica de tus compañeros y tus amistades y no entiendes por qué le conceden tanta importancia.

Tras responder a la gran pregunta, ocurrirán dos cosas instantáneamente.

En primer lugar compararán su "posición" con la tuya desde varios puntos de vista, primando el económico. Si ellos quedan en mejor situación te darán la enhorabuena con una sonrisa y te dirán "ah pues estupendo, ¿no?" y sentirán una sensación de alivio interior, como pensando "pobrecito". En cambio, si la situación es inversa, la cosa no puede ir tan bien. La reacción puede llegar a ser desde sentirse infravalorado hasta la más insana de las envidias o sensación de injusticia.

Lo segundo que ocurrirá es que, si se trata de algo a lo que las amistades también pueden aspirar y les interesa (alguna plaza por concurso, oposición, beca, trabajo a tiempo parcial, etc...), comenzará un cuestionario más exhaustivo, para obtener información de los detalles. Y no te sorprendas si en cuatro días están compitiendo contigo o incluso te han quitado el puesto, aunque sea algo tangencial a su ocupación anterior o por lo que jamás habían mostrado interés. Lo más gracioso de todo es que, si alguna vez sale el tema, defenderán que la idea ha sido suya desde siempre y tú no has tenido nada que ver. Sencillamente, habrán pasado a creérselo de verdad y te tildarán a ti de envidioso.

Lo que había sido una inocente charla inicial a compartir con los amigos, en la que esperabas compartir ilusiones, hablar de las tareas de tu nuevo trabajo, de los compañeros, de tu grado de satisfacción, etc... se convierte en una comparativa totalmente material que posteriormente pasa a ser competición. Lo mismo ocurre con tantas otras cosas: la casa, los viajes o cualquier otra cosa material, en las que inmediatamente se pregunta por el precio y se pasa a una especie de competitividad absurda que no lleva a ninguna parte.

¿Por qué nos preguntamos constantemente por nuestros sueldos, el precio del alquiler o compra de nuestras casas, de lo último que nos hemos comprado?. ¿Cómo ha pasado el tema económico (trabajo, casa, viajes...) a ser uno de los temas de conversación fundamentales entre los jóvenes?.

Me preocupa que haya tan poca gente que siga manteniendo algún tipo de hobby con entusiasmo tras la adolescencia o se aficione a alguno nuevo. ¿Cuántos amigos siguen conservando su pasión por tocar un instrumento, hacer fotografías, escribir, hacer obras de teatro, bailar...?. ¿Cuántos están interesados por la historia, la geografía, la filosofía o el arte?. ¿O simplemente por la agricultura o la jardinería?. Y, si los hay, ¿por qué no hablamos de estos temas y nos interesamos más por ellos?. ¿Por qué han perdido toda importancia y han quedado eclipsados por lo económico y material?.

Me preocupa que muchos jóvenes ya no se ocupen de sí mismos, guiándose según su intuición y preferencias, sino que midan su grado de bienestar y hagan su camino a base de compararse con los demás. No sé si responde a una sociedad donde todo se ha materializado, a que realmente los jóvenes estamos pasando por unas dificultades que antes eran mucho menores (básicamente la vivienda y el mercado de trabajo) , a una exageración del problema en los medios de comunicación o a una mezcla de todo.

Pero el caso es que lo económico ha pasado a ser, desgraciadamente, uno de los temas estrella en las conversaciones de la gente que ronda la treintena. Y, lo peor, en algunos casos fuente de rivalidad y disputas.

07 August 2008

Cómo ser un poco más libre: los favores


Cómo ser libre

Recientemente he leído el libro "Cómo ser libre" de Tom Hodgkingson gracias a los diversos posts hablando sobre él en el blog de "Equilibrio y progreso". Un libro que, de manera un tanto absurda, encontré en la sección "Humour" de una librería inglesa, creyendo que semejante perla no estaría traducida al castellano.

Poco después de leerlo entero descubrí que sí lo estaba. A los sibaritas, puristas o con mucho tiempo y ganas os animo a intentarlo con la versión original, pero al que sólo le interese el contenido y las ideas le recomiendo encarecidamente leerlo en castellano aunque sepa mucho inglés. Es un libro duro, tiene muchos juegos de palabras, chistes y particularidades de Reino Unido que hacen que uno se desvíe del tema central, lo lea con demasiada lentitud o se pierda parte del contenido.

El estilo del libro -ameno y desenfadado- así como la divertida portada (más en su versión inglesa) pueden llevar a pensar que, efectivamente, se trata de un libro-payasada de aquellos que nos regalan nuestros familiares cuando no saben qué comprarnos, estilo Ramón Arangüena, Javier Coronas y similares.

Pero nada más lejos de la realidad. Humor en las formas, escalofriante seriedad en el fondo. Nos encontramos ante los sensatos consejos de alguien que se dio cuenta de que la vida moderna es absurda y nos hace ser esclavos en pleno siglo XXI. Esclavos de nuestro trabajo, del consumo, de los bancos, del Estado y del miedo. Nos lo cuenta un exitoso consultor que decidió hacer un downshifting radical, esto es, volver a una vida más simple y real.

En el libro nos explica cuáles son, desde su punto de vista, los factores que nos restan libertad y qué podemos hacer para amortiguarlos, con el paradigma de la vida en la Edad Media como telón de fondo. Con sus aciertos y desaciertos -provocativos siempre- y con el grado de radicalidad con el que lo quiera interpretar cada uno, todo lo que dice es realmente aprovechable y, sobre todo, entretenido.

No desvelaré mucho más sobre él. Está disponible en PDF el índice, la introducción y el primer capítulo, así que lo mejor es consultarlo y comprobar si es de nuestro interés.

Cómo ser un poco más libre

Tras leer el libro y, relacionado con estos temas, el estupendo post "Algunas ideas claras", he echado en falta algo relativo a la libertad que, si se trata, se hace sólo tangencialmente. Se trata de uno de los mayores lastres ocultos en nuestras relaciones: los favores.

Quien no haya descubierto todavía el motor que nos impulsa a la mayoría de los que vivimos en la sociedad occidental actual, lo descubrirá pronto: el egoísmo. Un concepto con el que seríamos capaces de llenar libros enteros pero que únicamente citaremos aquí a modo de relación (fundamental) con el tema de los favores.

Quien aspire a la libertad, como titula el libro, no puede aceptar determinados favores, incluso aunque no los haya pedido. O, si lo hace, debe ser muy consciente de quién es el que hace el favor, por qué, y qué es lo que puede estar esperando a cambio si lo acepta.

Eso de "esperar a cambio" suena muy ruin. ¿Los favores sólo se hacen a cambio de otro favor?. La respuesta es, efectivamente, .

El quid de la cuestión en este trueque es que el favor a cambio no tiene por qué ser material y suele ser muy difícil de identificar cuando el favor cobra cierta entidad. Eso y no otra cosa es lo que lo hace peligroso porque no podemos estar en la mente de la persona que otorga el favor. Lo que a nosotros nos puede parecer desmesurado a la otra parte le puede parecer justo y viceversa.

Generalmente los aceptamos inconscientemente o, en muchos casos, por pura comodidad o seguridad. Como se habla en el libro, casi todo lo que proporciona comodidad y seguridad resta libertad. Somos nosotros los que debemos determinar hasta qué punto queremos mantener el compromiso entre ambas.

¿Casos?. Del más tontorrón al más grave, todos conocemos los casos más prototípicos. Veamos algunos ejemplos:

  • Un amigo te regala X o te consigue Y. Muy habitual entre amigos o en la etapa de ligoteo, suele indicar un interés y suele hacerse a cambio de compañía o una cita. Es necesario aprender a distinguir cuándo una serie de favores de este tipo es sana de cuándo se está esperando a cambio una relación y cortar el asunto en el momento apropiado.
  • Entras enchufado en un empleo. España, qué gran país. ¿Para qué utilizar tus dotes y cualificación si tienes un amigo o un familiar que te puede colocar?. Tu esfuerzo ha sido nulo, pero lo pagarás. Tus compañeros no-enchufados siempre estarán resentidos hacia ti, aunque en algunos lugares esto puede no resultar un problema porque no existen: todos entran enchufados. Aun así siempre le deberás el trabajo a tu jefe y considerará traición si no haces lo que él espera, no digamos ya si te marchas.
  • Un familiar te presta dinero para comprarte una casa. No te sorprendas si comienza a entrometerse. Desde dónde debería estar y cómo debería ser la casa, hasta la decoración y los interiores. No hablemos ya de si te la regala. Espera una supervisión constante de tu vida y, si te descuidas, hasta que marque la pauta de tu reproducción y eduque a tus hijos. ¿Comodidad y seguridad?. Toda. ¿Libertad?. Olvídate. Sepárate o desvíate del camino marcado y verás. Ya no será cosa de dos, será cosa de cuatro, seis o más. Diversión asegurada.
Un favor, lo queramos o no, es una atadura. Es una factura con la cantidad y la fecha de pago en especie en blanco. Así que es fundamental saber de quién aceptamos los favores e intuir cuál será y cuándo puede llegarnos el posible cobro. Algunos se desprenderán de las facturas tan pronto como hagan el favor y jamás las recordarán, pero otros las clasificarán ordenadamente hasta que decidan que ha llegado el momento de hacerlas efectivas.

Sólo de aquellas personas más cercanas e incondicionales a nosotros deberíamos aceptarlos y, aun así, deberíamos ser cautos. ¿Por qué?. Porque cada favor tomado restringe nuestra libertad y nos proporciona unas ataduras que quizá no queramos tener. Y también porque sólo cuando toca devolver el favor o llega el momento de los reproches es cuando realmente conocemos a las personas. Y, para entonces, puede que descubramos que alguién no es en absoluto como pensábamos y nos llevemos la mayor decepción del mundo.

Comprobar que alguien no era amable, encantador o desprendido con nosotros de manera espontánea y natural sino egoísta y premeditada, cambiando su actitud de repente es muy duro.

¿Hemos perdido toda la fe en el ser humano y su bondad?. No, pero debemos ser más selectivos, más inteligentes para tratar de ser más libres.

Hay mucha gente incondicional, buena y desprendida. Generalmente se la reconoce porque es sincera, humilde y se le nota que lo hace por amor y de corazón. No hace teatro. No esperan que seas ni hagas lo que ellos quieren o, si lo hacen, aceptan tus cambios con resignación y te siguen aceptando. Acércate a estas personas pero no abuses de ellas e intenta ser ecuánime con los favores dados y recibidos.


También hay gente mala, ruin, manipuladora y tremendamente egoísta para con sus intereses. Generalmente se las dan de desprendidos, abiertos, simpáticos e interesantes. Son puro teatro. Basta que emplees sus aparentes favores en algo que no vaya directamente enfilado con sus intereses para que p
asen a cobrárselos o echártelos en cara. Es muy posible que incluso olviden toda tu relación pasada contigo y te tilden de egoísta. No sólo eso, puede que pases a ser su mayor enemigo. Es fundamental detectar a esta gente lo antes posible y alejarse de ella como de la peste. Si lo descubres demasiado tarde, es igual. Aléjate igualmente sin ningún tipo de remordimiento porque lo que te hicieron no eran favores, eran contratos en blanco para manipularte.

Ya vemos que los favores pueden salir muy caros, así que hay que andarse con cuidado. Aceptar favores, especialmente algunos muy suculentos, puede proporcionar comodidad y seguridad, pero espera a cambio una reducción importante en tu libertad. Si es lo que quieres, adelante, pero al menos sé consciente y consecuente con ello. Que no te pille demasiado tarde.

25 July 2008

La amistad


Cuando nos decían de pequeños aquello de que "los amigos se pueden contar con los dedos de una mano", nos negábamos a creerlo. ¿Cómo era posible que los adultos estuvieran tan equivocados?. Nuestra vida siempre había girado en torno a los amigos.

Nosotros, y mucho menos nuestros amigos, jamás seríamos como ellos. Una panda de amargados carentes de toda ilusión y esperanza, aislados en sus trágicas familias y sus herméticos pisos.

El apogeo

Con nuestros amigos dimos los primeros pasos en facetas fundamentales de la vida: superamos miedos, forjamos el sentimiento de grupo, descubrimos la confianza mutua, encontramos el primer amor. Estudiamos juntos, jugamos en el mismo equipo y tocamos en la misma banda. Merendamos en sus casas y ellos en la nuestra, corrimos por los mismos parques y competimos por los mismos objetivos -los deportes, las notas o incluso las chicas- generalmente de manera sana.

¿Quién se imaginaba un verano en la niñez o adolescencia sin amigos?. Junto con la familia -en muchos casos por encima de ella- siempre fueron nuestra referencia con quien hablar, escuchar y compartir. Un pilar fundamental en las relaciones personales.

Algunas amistades iban y venían, pero siempre permanecía algo. Bien las mismas personas en el mejor de los casos, lo que siempre hemos llamado "buenos amigos", bien en su forma "conceptual" -diferentes personas que ejercían el papel de "buenos amigos" a lo largo del tiempo por diferentes circunstancias-.

Una persona sin amigos era una persona rara y preocupante. Generalmente se trataba de alguien atrapado y sobreprotegido por su familia, sin unas mínimas dotes sociales o con algún tipo de problema que jamás se osaba preguntar y del que nos compadecíamos -"pobre chaval, no tiene amigos", decíamos-.

Aun así, niños y adolescentes conseguíamos mantenernos juntos. Sabíamos tratar con el abusón que nos maltrataba, con el feo del que se reían las chicas, con el gordo del que nos reíamos nosotros, con el retrasado, con el acusica y con el traidor. Algunos no nos caían bien, a algunos incluso los odiábamos. Otros, sin embargo, eran incondicionales.

Eramos crueles y despiadados, atroces, pero sabíamos convivir e intentábamos resolver nuestros problemas. Chivándonos, pegándonos o dejándolos pasar.

Todos sabían quiénes eran nuestros amigos. Y quiénes nuestros enemigos.

La transformación

Con el paso de los años dejamos atrás los estudios y comenzamos a trabajar, a salir con nuestra pareja. A buscarnos un trabajo, un hogar y un futuro. De vez en cuando echábamos un vistazo otra vez hacia los adultos para alarmarnos al ver al rápido ritmo al que nos acercábamos a ellos y su fatídico presagio. ¿Cuánto tiempo o afecto dedicábamos a cultivar las amistades de una forma sincera y desinteresada?. ¿Cómo respondían nuestras amistades a esos afectos?. Cinco dedos eran muy pocos. Nosotros teníamos las dos manos y los dos pies.

Los amigos fueron quedando relegados no ya a un segundo sino a un tercer plano a partir de cierto punto. Todo parecía ser más importante: nuestra pareja, nuestro trabajo, nuestra casa... ¡hasta esa familia a la que jamás hubiéramos puesto por delante de los amigos en determinadas circunstancias!. ¿Qué era eso de cuidar a los amigos?. ¿Acaso no sabían cuidarse solos?.

Nosotros ya teníamos suficientes cosas que hacer. Y por eso las compartíamos con ellos cuando nos juntábamos. ¿Acaso había algo más importante que nuestro trabajo, nuestra casa, nuestro estatus y, sobre todo, nuestra flamante e incondicional pareja?. Nos sentíamos orgullosos y ellos también. Sólo hablábamos del precio de nuestras casas, de lo barato que compramos, de nuestros viajes, de nuestro brillante presente y futuro.

De repente, esa competencia que había sido puntual y sana, pero claramente patente hacía años, comenzó a dejar de ser patente, pero también sana y puntual. La escondíamos tras sonrisas y una falsa sensación de comprensión y afecto, pero cada vez era mayor. Algo se respiraba en el ambiente y se estaba transformando. ¿Qué nombre ponerle?. ¿Insatisfacción?. ¿Desilusión?. ¿Envidia?. El mundo de los adultos comenzaba a apestar a ese aroma en transformación.

Nuestro, nuestro y nuestro. Tenía que quedar claro. Por eso no invitábamos a la gente a nuestras casas para no compartir nuestras económicas compras. Si antes no concebíamos unas vacaciones de verano sin amigos, ahora pasamos a no concebirlas con ellos, pero sin embargo ansiabamos contarles la estupenda experiencia y enseñarles las fotos. Por supuesto ni se nos pasaba por la cabeza compartir nuestro presente y futuro, a menos que fuera más brillante que el de ellos y siempre desde cierta distancia.

Unos nos enfrentábamos a esa amarga sensación agrandándonos, exagerando nuestra condición para demostrarnos "mejores", para demostrar nuestra superioridad y buscar el lado bueno de nuestra vida, para demostrarnos que todo no sólo nos iba bien, sino mejor que a los demás. No parábamos de hablar y no escuchábamos a nuestros amigos.

Otros, astutos y traicioneros escuchábamos desde la penumbra y nos apropiábamos de toda la valiosa información que salía de la boca de nuestros amigos tras una apartente actitud inocente y despistada. No parábamos de escuchar pero no hablábamos a nuestros amigos.

Nuestra red de amistades se fue trasformando. Pero todavía nos quedaban las dos manos para contarlos.

El declive

Poco a poco nos dimos cuenta de lo que habían pasado a ser nuestros amigos: un objeto de consumo más, claramente marcado por nuestro propio egoísmo. Un objeto del que cada vez conocíamos mejor la fachada, repintada y brillante cada año pero del que desconocíamos el interior. Quizá las vigas estaban agusanadas.

Ahora llamábamos a nuestros amigos cuando nos aburríamos, cuando los necesitábamos. Cuando no teníamos con quién realizar una actividad en la que nos habíamos quedado solos. Cuando algo iba mal en nuestra pareja o cuando nos habíamos quedado solteros. Cuando teníamos problemas. Cuando nuestras excitantes y nuevas amistades se desvanecían de repente tras el periodo de apogeo que cada vez duraba menos. Cuando necesitabamos cubrir nuestro cupo de relaciones sociales.

Es más, en algunos casos habíamos estado años sin ofrecer, sin compartir, dando largas y siendo termendamente egoístas. En ocasiones incluso nos habíamos aprovechado, siempre desde la penumbra y con la más falsa de las sonrisas o indiferencias. Hablábamos de lo bonito de la amistad y del compartir y nos quejábamos de cuando nuestros amigos no lo hacían. Nosotros les hicimos feo tras feo, amistoso, social y económico, pero nos creímos con derecho a exigir cada vez más y más. Pero en realidad jamás compartimos nada.

Nos consolamos culpando a nuestra situación económica, a nuestras ineludibles reuniones familiares, a nuestras tareas domésticas, a nuestra posesiva pareja, a nuestro absorbente trabajo y a la sociedad de consumo. Sólo para no reconocer que en realidad siempre lo elegimos nosotros.

Ya no aparentábamos ser crueles y despiadados ni atroces, pero sin embargo no sabíamos convivir ni intentábamos resolver nuestros problemas. Ya no conseguíamos mantenernos juntos. Nos acordamos del chaval del que nos compadecíamos de pequeños porque no tenía amigos. ¿Qué diablos había pasado?.

Nos habíamos convertido en adultos. Una panda de amargados carentes de toda ilusión y esperanza, aislados en nuestras trágicas familias y nuestros herméticos pisos. Ya no sabíamos quiénes eran nuestros amigos. Ni quiénes nuestros enemigos. Y un escalofrío recorrió nuestro cuerpo.

Desde luego, si teníamos amigos, era seguro que se podían contar con los dedos de una mano. Y creímos que era un mensaje que debíamos transmitir.