Qué bueno es leer a gente que escribe bien y le dedica tiempo. García Amado es uno de ellos. ¿Recuerdan el post anterior "Amigo periodista generalista" acerca de la prensa, y lo que por aquí se viene diciendo desde hace años? Los tres párrafos siguientes de García Amado lo sintetizan a la perfección (el artículo completo se titula "Democracia enredada"):
Este periodismo que tenemos es una calamidad. No saben no contestan. Además, son torpes y necios. Encima, ignorantes. ¿Informar? Disculpe, tengo hora para la manicura. No digo que muchos no trabajen. Será que están mal dirigidos. No buscan la noticia, no la elaboran, la reciclan a base de cosas que cogen de la basura y en los lupanares. Solamente saben plasmar lo que les regalan. Por eso hablan todo el rato de pendejadas de políticos, que no tienen ningún interés para nadie en sus cabales, ninguno. Porque los políticos hacen ruedas de prensa para dar titulares y convocan ahí a los periodistas a una hora y en un lugar y hasta les dicen qué línea de metro llega, para que no tengan que pensar por sí mismos, los pobres; porque los partidos tienen gabinetes de prensa que les soplan lo que los otros, dóciles, escriben al dictado; porque las instituciones dominantes tienen sus chivatos oficiales en nómina, para que parezca que el informador ha levantado una exclusiva buenísima, cuando, en verdad, no ha hecho más que transmitir, con ánimo servil y en pompa, la intoxicación que los otros planearon. And so on.
Hay excepciones, por supuesto que sí. Pero por lo general el periodismo de hoy no hace su trabajo, no está al quite de la noticia, sino que se mueve por una mezcla de prejuicio propio y manipulación ajena. Considera noticia lo que no vale un pimiento y desprecia olímpicamente lo que podría alumbrar, si hubiera algo de arte, un reportaje bien guapo. Pondré el ejemplo más cercano: en la universidad suceden cosas para dar y tomar, para contar y no parar, buenas y malas. Debe de hacer diez años que no he visto un periodista en una universidad, salgo que haga allí un mitin algún político o salvo que aparezca alguien de la farándula o del fútbol. Estás en una facultad universitaria un día rodeado de diez candidatos al Nobel -exageremos un poco, pero podría ser- y no se ve un periodista ni por asomo; pero llega Álvarez Cascos o se presenta un primo segundo de Mourinho y te deslumbran los fotógrafos. Son tontitos, la verdad. Los lectores no, ellos, los del foulard.
A lo mejor se debe a que la de periodismo es una de las más absurdas carreras. ¿Qué diantre estudian? Debería ser un título que exigiera previamente otro, si acaso. Para informar bien de asuntos militares debería haber formación militar; de asuntos de Derecho debería dar cuenta quien conoce la especialidad. De temas científicos para qué decir. Y de política…, de política sólo deberían informar los que sepan de algunas otras cosas y no piensen, por tanto, que lo que dice un político es interesante porque lo ha dicho un político. Los periodistas tendría que ser capaces de descubrir por sí que si lo que dice un político es una bobada, es una bobada y no hay más vueltas que darle. Hoy por hoy no son capaces. Se les abren las calnes y levitan de pasión cuando un Zapatero de tres al cuarto les canta que lo importante es valorar lo importante. ¡Oh, gran deposición del oráculo, inforMEMOS. Es más, viven nada más que de menear las bobadas de los políticos. Por eso la información se ha convertido en desinformación y por eso los periódicos deberían pronto hacerse en papel suave de doble capa. O desaparecer para que no hagan más daño.
Como suelo repetir, reconforta saber que personas distintas llegan a las mismas reflexiones. Ayer mismo me encontraba yo planteando en debate de sobremesa que para qué diantres hace falta estudiar una carrera de periodismo para ser periodista. Ser curioso, saber escribir, conocer el tema sobre el que se escribe, tener la voluntad de informar y un mínimo de ética y se acabó.
Y lo peor, como dice García Amado y he contado yo también alguna que otra vez, una gran parte de muchas noticias es copiada casi literalmente de lo redactado por los gabinetes de prensa o comunicación de partidos políticos, instituciones, etcétera. que suelen contar sólo las virtudes de las que quieren hacer propaganda. Y donde esos mismos textos no son redactados por técnicos ni periodistas sino por comerciales o administrativos a sueldo.
Mi recomendación personal es dejar de leer la prensa generalista, salvo quizá un rapidísimo repaso a los titulares de vez en cuando para profundizar en otro sitio si hay alguna noticia de interés. Y por supuesto, jamás sentarse pasivamente a esperar a que uno lo informen por televisión. A no ser que se haya leído uno antes el libro "How to watch TV news" de Neil Postman, claro.
En su descargo, he de decir que anoche vi el reportaje "Cómo se defrauda en España a la Seguridad Social y a Hacienda" y me gustó. No es nada desconocido para nadie, ni tampoco inquietante, pero está bien que salga por la televisión y se vea. El trabajo de los periodistas hubiera sido redondo si en vez de limitarse a contar "esto es lo que hay en España y sólo lo hacen los malos", hubieran mostrado la otra cara de la moneda, que es cómo esa misma gente que defrauda es la que más derechos sociales del Estado exige. O quizá, una comparativa con otros países o una reflexión de por qué aquí esa actitud es tolerada y hasta elogiada, mientras que en otros sitios es considerada una vergüenza y un deshonor.
Por supuesto, el documental lo echaron a horas intempestivas y en horario de mínima audiencia.
Saludos.
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