Hagan un acto de imaginación. Les viene un estudiante del Südtirol/provincia autónoma de Bolzano a su universidad de visita; la región más rica de Italia. El chaval llega en avión, con su portátil y su iPhone con tarifa de datos. Para empezar las conversaciones, usted le comenta que una vez estuvo en Italia y la pasta es estupenda, y que los Alpes austríacos son lo más. Y que desde luego, hay que ver lo precioso de la historia de Italia y Roma. Craso error.
El chaval, en vez de continuar la intrascendental conversación y aprovechar para observar y aprender de usted, su universidad y su país, ya que está de visita, empieza con el discurso:
Disculpen pero en realidad Südtirol no es Italia, ni tampoco Austria. No se me confundan. Somos un país propio, una nación muy antigua. Tenemos una identidad propia excepcional y hablamos ladino (ojo, no el ladino judeoespañol), algo con lo que tanto Austria como Italia quieren acabar. Somos como el pueblo Kurdo: jamás hemos tenido un estado porque no nos han dejado, pero en ello estamos y algún día lo conseguiremos. Mirad, ésta es nuestra bandera: llevo unas cuantas de muestra, cójanlas. Ahora les voy a escribir unas frases en ladino: ¡viva Südtirol libre! Guárdenlas para cuando vengan a visitarme a mi país. También tenemos está canción, miren, se la traduzo: "Viva Austria colgada de una caña, viva Italia hundida en el mar".
La verdad que nuestra cultura es muy curiosa interesante, quizá la más antigua y mejor preservada del mundo; es una pena que venga tanta gente de fuera, especialmente Austria e Italia y, lo peor, que se empeñen en no aprender ladino. Es una completa falta de respeto. ¿Quieren ustedes que les de un curso rápido y verán qué maravilla de idioma?
Nuestras ovejas son de raza, no como las de nuestros vecinos, supongo que lo habrán notado en la leche. Y nuestra gastronomía es sustancialmente diferente: no prensamos pipas de calabaza naranja para hacer aceite, como hacen los austríacos. ¿No me digan que les gustó a ustedes ese aceite? Nosotros prensamos calabaza amarilla, y tenemos nuestra denominación de origen propia. Por cierto, nosotros no hacemos aceite, se llama "Südtirol-Öl"!
Les resultará a ustedes chocante mi nombre, claro. Me llamo Zohn, y mi hermana se llama Klout. ¿Acaso creen ustedes que Italia es "una, grande y libre" y que aquí todos veneramos a Mussolini? Los nuestros son nombres auténticamente ladinos, saben, y significan "sol" y "nube". Y, por favor, ni vuelvan a mencionar la palabra Italia. El estado italiano, si acaso. Especialmente la zona sur de la península (no hablemos ya de Sicilia) vive mayoritariamente gracias a nuestro trabajo, esfuerzo, e impuestos, y estamos hartos. Por cierto, que mis padres tienen allí dos apartamentos y solemos ir con los colegas. La comida y la bebida está superbarata.
Llevamos siglos reclamando la independencia, pero seguimos oprimidos y explotados. Creo que es importante hacer todas estas aclaraciones. Si quieren seguir hablando de cocina italiana y alpes austríacos, a mí no me pregunten, porque yo no soy ni austríaco ni italiano. Y de esos invasores romanos, que se dedicaron sistemáticamente a exterminar y acabar con todas las culturas de Europa, mejor ni hablemos. ¿Decían ustedes algo?
Usted lo miran y piensa: este tío es gilipollas.
Le he soltado un par de tópicos para iniciar una conversación de bienvenida y miren con qué me viene. Lleva toda su vida sin pegar un palo al agua, estudiando y saliendo de viaje por ahí, con su portátil y su iPhone con tarifa de datos, y me viene con que vive oprimido y comparándose con el pueblo Kurdo. No tiene ni puta idea de historia y gastronomía de Italia ni de Austria, ni ganas de aprenderla. Es un completo ignorante, orgulloso de serlo, además. Yo creía que estos Südtiroleses sabrían un poco de español o tendrían buen nivel de inglés, pero la verdad es que va pelao, el muy imbécil. Y aún quiere que yo aprenda ladino, no te jode.
Llevamos dos horas hablando y todavía no he entendido a qué narices se dedica, ni cómo puede tener un título universitario. Tengo diez estudiantes más que atender, y el pesao sigue dándome la brasa con su ladino y su opresión. Y, para colmo, tiene dos apartamentos en Sicilia, el muy niñato. La verdad, que hay que joderse con estos Südtiroleses, italianos, austriacos o lo que sean.
Como he advertido al inicio, éste es un Südtirolés imaginado. Pero, tras mis múltiples viajes y conversaciones con gente del el extranjero, puedo constatar y constato que ésta es la imagen que muchos jovenes españoles, por desgracia dan, cuando van al extranjero. Con especial énfasis en las comunidades nacionalistas tradicionales.
Uno abre un libro de firmas en un hostal y se encuentra "Lovely place, we had an excellent time here, thanks! - George, California, USA" y, siempre y sistemáticamente también un "Catalunya is not Spain. Visca Catalunya lliure! - Oriol, Catalunya, Països Catalans", o un "Euskalduna naiz eta harro nago! - Nagore, Donostia, Euskal Herria". Pero no sólo catalanes y vascos en firmas anónimas de hostales; también lo hacen gallegos en Silicon Valley, y lo he visto hacer a gente de castellón en conferencias. Es difícil encontrar a un joven de determinadas comunidades que no tenga esa cosita dentro. Cosa, por cierto, que siempre critican a los que emigran a sus comunidades: que no se adaptan del todo, que conservan demasiado su cultura y sus tradiciones y no se integran, etcétera.
Creo que algo muy serio ha fallado en el sistema educativo de las últimas décadas, especialmente en algunas comunidades expertas en fabricar tribus de gente orgullosa de ser ignorante, bastante fanática, que sólo da mensajes negativos y, lo más importante, maleducada. Gente poco curiosa, poco interesada, poco solidaria, cerrada de miras. Gente cuya ley máxima es la del embudo.
Sé que no son todos, ni siquiera muchos, pero son los que dejan más mensajes y más ruido hacen. Y, al final, eso es lo que se acaba percibiendo desde fuera: que España es un grupo de tribus que no tienen las cosas demasiado claras y que pierden el tiempo autodestruyéndose con sus estúpidas luchas entre ellos. Un lugar ideal para ir de vacaciones y ver el espectáculo de un lugar donde los animalicos gritan y se pelean. Y, de paso, desfogarse un poco. Pero para hacer cosas serias, buscar gente ilusionada con su trabajo, gente que piense críticamente, o gente medianamente culta, como que igual buscamos otros países primero...
No me lo estoy inventando. Bonilla tuvo que hacer enormes esfuerzos para convencer a la empresa Atlassian para que incluyera a España en su tour europeo buscando programadores de calidad (sueldo ofrecido: 100.000 euros). Al final resultó que ¡el 33% de los contratados fueron españoles!, aunque también remarca que el nivel de inglés fue muy flojo. Toda la información aquí.
La cuestión es... ¿cuántas oportunidades habremos perdido por todas estas cosas? ¿Por qué no nos dejamos de fanatismos y quejas y aprendemos a dialogar y vendernos bien de una maldita vez?
Saludos.
1 comment:
Me pregunto si existe solución real a ese problema. Tal vez quitando las televisiones autonómicas, centralizando la educación, exigiendo rigor histórico en los libros o castigando a los que mienten o reescriben la hostoria, podríamos conseguirlo.
Pero seguramente seríamos unos fachas fascistas, aunque habría que preguntarse si España no es ya tan liberal y tan idiota, que todo es relativo según el ojo del que se mire, porque a lo mejor, nadie pensaba como nosotros y debían encerrarnos para siempre por ser considerados demasiado peligrosos (La Inquisición sigue existiendo pero de otro modo).
Saludos
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