07 September 2012

Ocio, mitos y vagancias


¿A que creen ustedes que un andaluz es alguien que está todo el día por ahí tomando el sol en la terraza, de guasa, y un vasco es un tipo serio y trabajador que se divierte puntualmente con su cuadrilla en alguna sociedad gastronómica? ¿Que Sevilla está fiesta tras fiesta y San Sebastián sólo celebra su semana grande?

Por favor, acaben con los mitos ya. Ahí estaríamos hablando de lo que sería quizá el carácter. Difícil rebatir que (en media) el andaluz es mucho más salao, abierto y espontáneo que el vasco de turno, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa que decía aquel. Salgan por ahí y encontrarán un San Sebastián con las terrazas llenas, con bares a tope, con gente dentro y fuera. Tomando cervezas, cafés, pinchos o lo que toque.

En cuanto a fiestas, quizá se lleven alguna que otra sorpresa. En pocos sitios he visto tantas fiestas por metro cuadrado como en San Sebastián y alrededores. Cuando no es el carnaval de Tolosa, es el alarde de Irún o el de Fuenterrabía. Cuando no, las fiestas de San Pedro, o lo que toque.

Pero es que incluso la propia ciudad tiene fiestas y celebraciones de todo tipo. La semana grande, el festival de cine, festival de jazz, las euskal jaiak y el sagardo eguna, el día de San Juan, San Sebastián, las tamborradas, Santo Tomás... prácticamente no hay mes en que no hay alguna fiesta. Y por si fuera poco, están las fiestas de los barrios. San Sebastián es una ciudad pequeña (no llega a 200.000 habitantes) pero tiene barrios hasta hartarse. Fuera de bromas, uno puede cruzar cuatro barrios andando quince minutos. Aquí tienen una pequeña muestra de las fiestas de los barrios. Es difícil no encontrar un fin de semana con algo programado.

Cuando la cosa decae está, por supuesto, la temporada de sidrería, en la que conviene probar unas cuantas durante los fines de semana. O una alubiada. Y, si no, existen infinitas páginas de descuentos on-line tipo que reúnen a amigos habitualmente a descubrir nuevos restaurantes y lugares de ocio. A todo esto hay que añadir que cada protesta se convierte en una fiesta: acampadas, sindicatos, huelgas y reivindicaciones varias están a la orden del día. Y los vascos no son precisamente de los que se quejan poco...

No entiendan esto como una crítica, sino como la ruptura de un mito. Pocos sitios verán con más fiestas por metro cuadrado y lugares con gente comiendo, bebiendo, saliendo o dedicándose al ocio que en, por ejemplo, San Sebastián. Otra cosa es que, a pesar de eso, muchas veces se dé una imagen o actitud hacia afuera de que no se disfruta, se es muy serio, o se trabaja mucho. O que, si usted va allí de nuevas, no le invite a unirse a un grupo ni el tato porque la cultura de las cuadrillas es muy cerrada y usted no es uno de ellos.

Cuando sea nuevo, durante el café con sus compañeros de trabajo pensará que está gente está amargada, que se queja demasiado y que lo que le falta es salir por ahí y tomarse algo. Pero es probable que hayan salido mucho más que usted. Ésa no es precisamente la cuestión. Generalizando, si es que se puede, yo diría que la diferencia fundamental de carácter entre el vasco y, pongamos por caso, el andaluz estándar de turno, es que el primero no sabe disfrutar de las cosas, no sabe expresarlo, o tiene miedo a hacerlo, especialmente ante desconocidos. Cierta dosis de puritanismo, digamos.

Pero lo que es a nivel de salir, y de fiestas y jarana puedo asegurarles que el personal no se queda precisamente en el caserío ordeñando las vacas, ni en la oficina haciendo horas extras. Es más, cuando existe horario o calendario flexible, no ir a trabajar porque son las fiestas del pueblo, de la ciudad o del barrio es considerado perfectamente normal. O cogerse vacaciones si es preciso. Igual que en el Rocío, los San Fermines, o las fiestas del Pilar.

Ahora bien, que saber disfrutarlo también es un arte.

Saludos.

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