18 April 2011

Inteligencia, o el loco y las cuentas


Hoy, mientras miro los altavoces de la mesa de al lado, recuerdo cuando le pregunté a un compañero que para qué habían comprado un par de altavoces por mesa si nunca se ponía música porque molesta a los compañeros. Me respondió con sonrisa socarrona y aires de superioridad que cómo íbamos a enchufar los cascos si no, ya que la torre del ordenador, donde se enchufaban los cascos, estaba lejos y no llegaba el cable.

Le enseñé el alargador de cable que yo utilizaba y le dije que costaba un par de euros. Se quedó bloqueado. No hizo ningún comentario posterior.

Esos altavoces traen hoy a mi memoria una anécdota curiosa y me hacen pensar en el tema de la "inteligencia".

Resulta que él se encargaba periódicamente, paranoico, desconfiado y controlador como era, de afrontar un pago por adelantado en común mensual entre tres compañeros y luego le dábamos la tercera parte cada uno. Ocurría que algunas veces, en su mayoría él se encargaba, había que comprar alguna pequeña cosa donde también había que repartir gastos a partes iguales.

A él le encantaba "hacer las cuentas" cada mes para que le pagáramos, ya que él desembolsaba siempre la gran cantidad mensual en gastos fijos y, a veces, algunos pequeños gastos adicionales. Su paranoia le llevaba a hacer siempre las cuentas con calculadora y lápiz (la hoja de cálculo quedaba descartada no sé si porque no sabía usarla o porque también desconfíaba de los ordenadores), algo de lo que se sentía especialmente orgulloso de entregarnos.

El caso es que yo no había reparado en las cuentas porque siempre pagaba él por adelantado tanto la factura grande como algún otro pequeño gasto y las cuentas parecían razonables. Pero un día fui yo el que hice un desembolso por adelantado y no me cuadraron los resultados.

La situación (simplificada) fue:

  • Él pagó por adelantado la factura mensual, de 90 euros.
  • Yo pagué 30 euros por adelantado por pequeños gastos.
  • La tercera persona pagó 9 euros por adelantado en pequeños gastos.
El resultado de sus cálculos fue:
  • Cada uno de nosotros dos debíamos pagarle 43 euros.
Resultado que repasó una y otra vez, pues le gustaba ser metódico con el lápiz y la calculadora. Finalmente nos entregó "el ticket", su particular ticket mensual del que tan orgulloso estaba, y se quedó tan fresco.

Le pregunté que cómo cuadraba eso de que yo tuviera que pagar lo mismo que la tercera persona, cuando yo había pagado ya 30 euros por adelantado y el otro 9.

Ni siquiera entendió mi razonamiento, así que me enseñó directamente las cuentas, ofendido y de nuevo con cara de listillo, demostrándome que estaban bien, porque las había repasado varias veces y me las explicó:
  • La factura mensual de 90 euros a repartir en partes iguales daba a 30 euros cada uno.
  • Yo compré cosas por valor de 30 euros a repartir en partes iguales, por tanto 10 euros cada uno.
  • La tercera persona compró cosas por valor de 9 euros, por tanto 3 euros cada uno.
  • ¿Resultado? 30 + 10 + 3 = 43. ¿Estaba claro, no?
  • Además 3 x 43 = 129, la suma de todos los gastos comunes. Todo cuadraba y le había ofendido.
Le dije, otra vez, que se parara un poco a pensar en que era imposible que la tercera persona y yo tuviéramos que darle lo mismo, si habíamos adelantado ya cantidades diferentes.

Me costó media hora explicarle que había que incluir en las cuentas los gastos ya pagados por adelantado. Que si uno paga 30 euros para algo en común, no tiene que volver a pagar los 10 euros correspondientes a "su parte", sino más bien, cobrar a las otras dos personas los 20 que había puesto de más, de manera que el resultado era:
  • Él: 90 * (-2/3) + 30 * (1/3) + 9 * (1/3) = -60 + 10 + 3 = -47 €
  • Yo: 90 * (1/3) + 30 * (-2/3) + 9 * (1/3) = 30 - 20 + 3 = 13 €
  • El tercero: 90 * (1/3) + 30 * (1/3) - 9 * (2/3) = 30 + 10 - 6 = 34 €
  • Resultado: Él se cobraría 47 euros de nosotros dos: 13 de mí y 34 del tercero.
La comprobación que le propuse es que de nuestros bolsillos habrían salido finalmente:
  • Él: 90 adelantados - 47 cobrados = 43 €
  • Yo: 30 adelantados + 13 pagados = 43 €
  • El tercero: 9 adelantados + 34 pagados = 43 €
  • 43 * 3 = 129 €, la suma de todos los gastos comunes
También le dije que para hacer cálculos cada mes estaban las hojas de cálculo, donde bastaba con rellenar los correspondientes huecos.

Nuevamente volvió a bloquearse. Resignado, accedió a utilizar mis cálculos.

Al poco me di cuenta de que mis cálculos eran correctos y muy bonitos, pero innecesariamente complicados. Bastaba restar lo que uno había adelantado a la parte que le tocaba pagar (los famosos 43 euros). Pero cualquiera volvía a decirle algo.

A partir del mes siguiente se mostró especialmente contento cuando llegaba la hora de "hacer cuentas". Ahora disfrutaba más porque tenía que hacer más operaciones, incluso utilizar fracciones y signos negativos. La calculadora estaba que echaba humo y la hoja a lápiz cada vez ocupaba más. Eso le producía una satisfacción que no lográbamos alcanzar a entender, pero él se mostraba extasiado. ¿Le iba a quitar yo la ilusión?

Me explicó que él mismo había incluído una "mejora en su fórmula" que me enseñó, sintiéndose especialmente orgulloso. La fórmula en cuestión incluía un "factor de correción" que tenía en cuenta los gastos por adelantado que cada uno hacía.

Yo me quedé callado y empecé a tener miedo. Estaba, bien ante un perfecto hijo de puta que llevaba años engañando a la gente y se hacía el sueco, bien ante alguien completamente loco. Hoy estoy seguro de lo segundo.

Meses después obtuvo su tesis doctoral, cum laude, y es probable que, antes o después, acabe formando parte de uno de los colectivos tradicionalmente más inteligentes: los profesores de universidad.

Saludos.

2 comments:

Anonymous said...

Jajajaja, peor que Sheldon Cooper, menudo chalao y encima incompetente aritmético. Pa flipar...

Anonymous said...

Llegará a ministro de hacienda. Tiene maneras.