Todos sabemos cómo somos y qué valoramos en nuestra sociedad: el poder, la antigüedad, el amiguismo, etc... y qué no valoramos: la inteligencia aplicada, el trabajo bien hecho y los resultados medibles.
Hasta ahí bien. Cada sociedad tiene sus peculiaridades. El problema es que, en algunos casos, esos valores acaban reflejándose en documentos legales que regulan cosas. Cosas como, por ejemplo, la propia categoría laboral, que por supuesto incluye los ingresos.
Y, ¿qué acaba haciendo la gran mayoría? Orientando su labor a conseguir más ingresos. De manera que esa regulación acaba influyendo en toda la idiosincrasia de una institución. Los valores que se incentivan salarialmente son los que acaban predominando. Eso es así. Porque no lo olvidemos, los objetivos universitarios parecerán muy nobles, pero el personal universitario, como todos los demás, trabaja por dinero. Y, también como todos los demás, hay un buen sector que hace cualquier cosa por la pela. Si no le gustan mis principios, tengo otros. Ya se sabe.
Como anécdota, recuerdo una vez en mi universidad cuando les dio por incentivar algo así como "el uso de tecnologías innovadoras para la docencia". La universidad convocó, como es habitual, con un plazo ridículo y casi en secreto, un pequeño concurso de méritos para obtener un incentivo. Si te enteras, bien. Y si no, ya puedes haber hecho toda la innovación del mundo (sea lo que eso sea), que te chinchas. El país de los listillos y pícaros.
El caso es que un docente se enteró por casualidad y fue corriendo la voz a todos los compañeros. Había que presentar una memoria con cursos, webs docentes, metodologías empleadas, etc, etc... Se armó un jaleo de escándalo. Los profesores paralizaron sus funciones y dedicaron varias tardes de reuniones, papeleo y recapitulación para preparar sus memorias. Incluso quedándose más horas de su horario habitual.
Como estudiante me sorprendió ver, por primera vez, a los profesores en lo que parecía una actividad frenética. Y, por fin, todos alineados por una misma causa, titulares y catedráticos incluidos. Era algo que parecía, en el fondo, importante.
¿Cuál sería el incentivo? ¿Qué podía mover a tantos profesores, algunos ya entrados en años, de manera tan activa? No podía esperar más, así que lo busqué en la web de la convocatoria que ellos consultaban una y otra vez para ver si su memoria se ajustaba a lo que pedían.
El incentivo resultó ser un complemento (un pago único) de 60 euros.
A partir de episodios como ése y otros muchos ya pocas cosas me han sorprendido respecto a qué cosas son capaces de modificar el comportamiento y la capacidad de trabajo de la gente.
A lo que iba. Recientemente se ha publicado el borrador del nuevo estatuto del personal docente e investigador. Un catedrático de derecho de la Universidad de León ha realizado varios análisis sobre él, y la verdad es que son bastante curiosos. El borrador tiene algunos puntos que rayan lo ridículo, como considerar méritos académicos la participación en sindicatos, así como el cálculo del baremo para catedrático, al que se puede llegar casi automáticamente a cierta edad y sin mérito investigador alguno.
Y ésta es la moraleja que ha extraído:
Moraleja: el sistema está pensado para que ningún genio llegue joven a catedrático, salvo que pase por el aro de hacer lo que es más propio de los mindundis (acumular cargos, ir a cursitos y hacer pantomimas de diseño con los estudiantes; en suma, dejar de ser y parecer tan listo y competente). Lo importante es bajarles los humos a los grandes investigadores y a los jóvenes que tengan vocación de tales. ¿O qué se habían creído?
Así que tenemos el rompecabezas ya compuesto, con sus dos partes principales:
1) que ningún buen investigador consiga joven la cátedra;
2) que cualquier viejo profesor que sea suficientemente trepa alcance la cátedra, aunque no haya investigado nada, o casi. Con 55 años, por decir algo, y estando avisado con tiempo de lo que suman ciertas actividades y cargos, llega a catedrático cualquiera con este sistema, aun sin investigar.
Creo que también ese es el propósito de fondo: que no haya catedráticos jóvenes -es demasiado tiempo cobrando el sueldo más alto- y que casi todos los profesores (salvo los irredimibles que ni por esas) se jubilen de catedráticos (es antigualitario que lo diferente no termine igual). Cuerpo único, pero cuerpo viejo. Ese es el lema de fondo. Con cien años todos calvos, pero, antes, con sesenta, catedráticos. Con treinta, mileurista y a tragar con carros y carretas mientras te haces antiguo sin rechistar. Si quieres cátedra mañana, ahora cama y luego cana.
¿No refleja acaso lo que venimos observando en nuestro país y el por qué los jóvenes más brillantes, o bien lo abandonan, o acaban amoldándose al sistema? Una universidad así nunca va a ser competitiva ni dinámica.
A modo de anécdota, nótese que desde hace mucho tiempo, y en contra de lo que ocurría hace unas décadas, se ha pervertido el uso de la palabra "catedrático". Las cátedras ya no existen, ni tienen nada que ver con un área de conocimiento concreto, ni con la persona supuestamente más competente del área. Catedrático es un escalafón en el sistema universitario que puede conseguirse de diversas maneras. A base de investigación, pero también a base de peinar canas.
Como decía al principio, los valores que se incentivan son los que predominan. Si no crees en los valores del borrador del estatuto: infravalorar la docencia e investigación, hinchar la puntuación en gestión, que la vida sindical forme parte de la carrera académica, etc... que sepas que no estás solo. Ya hay unas cuantas firmas en un manifiesto en contra del borrador. Al menos que quede claro que hay una buena parte de la Universidad que no lo apoya.
Hay una frase aplastante que me parece acertadísima: "Lo importante es bajarles los humos a los grandes investigadores y a los jóvenes que tengan vocación de tales". Sólo quien lo ha sufrido en sus carnes lo sabe. Destruir la vocación de los jóvenes para ocultar la propia mediocridad y pereza es el pan nuestro de cada día.
Sabias las palabras de Pérez-Reverte cuando dice que en España parece que no sabemos vivir de otra manera.
4 comments:
otro comentario en la misma línea:
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Universidad/viene/profesores/puntos/elpepiopi/20110303elpepiopi_11/Tes
Muchas gracias por el enlace Javier.
¿Esto siempre ha sido así o nos ha tocado una mala época? Sería triste tener que acabar emigrando por obligación...
yo creo que no ha sido siempre así... yo creo que llevamos unos 10 años que vamos claramente a peor, yo estoy perdiendo hasta la ilusión
Pues vaya... menudo momento elegí para dar el cambio :)
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